Análisis de Pepper Grinder – Los túneles pueden ser plataformas si te lo propones

Como cualquier otro aficionado al videojuego, me suelo dejar llevar por mis querencias y animadversiones. Un rápido vistazo a mi estantería revela una evidente inclinación por la acción, los tiros y el ocasional guantazo a mano abierta, cerrada o con arma blanca. Y si puede ser todo junto mejor. Sin embargo, de cuando en cuando conviene salir de nuestra zona de confort y probar cosas nuevas para hacer bueno el proverbio que aconseja ser flexible como un junco y no rígido cual tablón que puedes partir sobre el cráneo de tus enemigos en el Condemned. De forma habitual, suelen ser los plataformas a la Mega Man los que sacian mi apetito por un sano cambio de ritmo, pero, en ocasiones, surge una propuesta que, ya sea por su dirección artística o por su planteamiento jugable, capta mi atención y negocia un alto el fuego entre tanto juego de tiros.

Pepper Grinder cumple con nota todos esos requisitos… y con algún otro que no me esperaba.

Desarrollado en solitario – a excepción de la música, que corre a cargo de Xeecee – por Ehr Ach para Devolver Digital, Pepper Grinder nos pone en la piel de, claro, Pepper, una valiente y determinada aventurera que, tras un desafortunado naufragio, da con sus huesos en una playa indeterminada. Por si fuera poco, una malhechora – y, casi con toda probabilidad, malandrina y malencarada – se lleva el tesoro de Pepper a lomos de sus secuaces. ¡Ah, perfidia! Menos mal que Pepper recobra el conocimiento justo a tiempo para salir tras esta banda de forajidos y encararse con ellos con agridulce resultado. Por el lado dulce tenemos a que es aquí cuando Pepper encontró a Grinder, completando el binomio que da sentido y nombre a este título. El agrio, por otra parte, se debe a que ese encuentro se produce gracias a que los malos nos arrojan por un acantilado y se escapan con nuestro botín. Pobre Pepper, perdiste oro, joyas y riquezas sin igual pero ganaste un buen puñado de enemigos mortales y un poderoso taladro gigante. El que no se consuela es porque no quiere.

Leer más

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *