Análisis de Redfall – Un mal día en Arkane

No es algo sencillo, pero Arkane hace ya muchos años que consiguió encontrar un estilo propio. Aunque su trayectoria viene de lejos, con títulos geniales como Arx Fatalis o Dark Messiah of Might and Magic, el estudio dio un paso adelante con Dishonored, Prey y más recientemente Deathloop. Todos ellos tienen un denominador común: son títulos considerados de culto y muy bien valorados por los medios, debido especialmente a su diseño de niveles y a haber conseguido darle una vuelta de tuerca al género de los immersive sims, pero su gran calidad no se acaba refrendando en unas ventas elevadas. Quizás por eso en esta ocasión han probar otros derroteros, apostando por un concepto algo más digerible para un público mayoritario como es el de los shooter looter cooperativos con mundo abierto, sin olvidar esa “marca de la casa” que tanto prestigio les ha dado. Bajo este paraguas llega Redfall, pero si lo que estáis es buscando una respuesta corta, os lo adelantamos: la cosa sale regular.

La región que da nombre al juego ha quedado aislada del mundo exterior debido al asedio de unos vampiros que han tapado el sol para poder campar a sus anchas y causar el terror entre los supervivientes. Este es el punto de partida de una trama que no pretende ser lo más importante de la obra en ningún momento, aunque se vislumbra en ella el intento de Arkane de construir algo interesante y hasta emotivo a su alrededor. Sin embargo, todas estas intenciones quedan sepultadas por su propio concepto, así que al final todo se reduce a pasarlo bien matando vampiros… o al menos a intentarlo. Encarnando a uno de esos supervivientes debemos elegir al personaje que más nos apetezca, teniendo en cuenta que todos ellos cuentan con distintas habilidades especiales que incidirán de pleno en la forma de jugar. Ahí es donde cobra sentido el cooperativo, que es el principal aliciente de Redfall: conformar una escuadra con amigos, sacando partido a cada una de las características de los personajes suena a un plan estupendo, y ahí es donde más se exprime el conjunto. También se puede degustar en solitario, teniendo en cuenta que no podremos cambiar de personaje en toda la partida, y que casi todos los aspectos de su diseño evidencian estar concebidos para explorarlos en compañía.

Si antes mencionaba el estilo propio del estudio es precisamente debido a que sus obras suelen poseer una personalidad desbordante, pero en esta ocasión no hay ni rastro de ese brillo y ocurre todo lo contrario, porque Redfall no da en ningún momento la sensación de ser un juego hecho por Arkane. Esto te va rompiendo el corazón poco a poco, con la fuerza de una estaca. La lógica nos decía que iba a diferir de las obras anteriores de su catálogo, pero el problema no es ese: lo peor es que nos encontramos ante un título excesivamente genérico y anodino. Uno que tiene problemas de diseño, estructura y desarrollo, además de algunas taras técnicas. Es difícil no preguntarse qué ha pasado durante su desarrollo para que un estudio con tanto talento y tan contrastado haya firmado un producto tan deslavazado.

Leer más

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *