Análisis de Ghostrunner 2 – Ultraviolencia, parkour y cyberpunk

En el mundo de los videojuegos es muy habitual jugar al manido juego de las referencias. Que un título tenga toques de “X” o su sistema de combate parezca extraído de “Y” es algo que, a estas alturas del campeonato, no debería extrañar a nadie que lleve tiempo asomándose a las críticas del medio. Y es que, gracias a la naturaleza cuasi-sincretista de nuestros queridos marcianitos – siendo amables, claro: en otros ámbitos más contundentes los equipararían a una suerte de hormigonera cultural -, un título puede congregar los referentes culturales más dispares y salir airoso. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol. O eso parece, claro: la situación cambia, y de qué manera, si nos fijamos en un género en concreto, el FPS, y un título que lleva siendo seminal desde su lanzamiento, Titanfall 2. Con una campaña de solidez incontestable y unas mecánicas de desplazamiento acordes, el aplauso que recibió en su lanzamiento cobijó un descalabro en ventas inversamente proporcional a su calidad debido a un parkour de despacho que poco tenía que ver con el fino estilismo que el propio Titanfall 2 desplegaba. Pero a veces la realidad es muy tozuda, y Titanfall 2 lo ha sido incluso más, creando a su alrededor un seguimiento de culto y enarbolando la bandera de toda una nueva oleada de “movement shooters”, un sub-género del FPS donde disfrutar de una amplia libertad de movimientos juega un papel tan o más importante que el hecho de tirar del gatillo.

Casi todos estos elementos se hallan en Ghostrunner 2 con la sola excepción de las armas de fuego.

Porque tampoco es cuestión de ser demasiado injusto con nuestros enemigos. Ghostrunner 2 es, como ya os imaginaréis, la secuela de un título que centraba su trama en la rebelión que se cernía sobre la Torre Dharma, una distopía cyberpunk que albergaba los últimos vestigios de la Humanidad y que estaba regida con puño de hierro por la Maestra de las Llaves, la déspota Mara. Que aquél capítulo se cerrara no conlleva que se acaben los problemas, puesto que aún sobreviven facciones que se aferran a sus cuotas de poder y reconstruir una sociedad desde los cimientos no es tarea fácil. Además, una oscura amenaza parece estar reuniendo sus fuerzas mientras prepara el retorno de un grupo de poderosos guerreros conocidos como los Asura…

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