Avance de Outriders

La trayectoria de People Can Fly es curiosa, cuanto menos. Este estudio polaco se fundó en Varsovia hace casi dos décadas, estrenándose con un frenético shooter en primera persona, Painkiller, que llamó la atención de una de las grandes del sector, Epic Games. Con ellos trabajaron en el port para PC de Gears of War, en el nunca suficientemente valorado Bulletstorm, y en Gears of War: Judgment, un spin-off que innovó más dentro de la franquicia estrella de Microsoft que las dos últimas secuelas. Su buen trabajo hizo que Epic adquiriese la totalidad del estudio en 2012 y les permitió trabajar en el actual gigante del sector, Fortnite, pero tres años más tarde, en 2015, tomaron una de esas decisiones que cuestan entender desde fuera; compraron su libertad, se independizaron totalmente de Epic y empezaron a trabajar en una nueva IP, alejados de la seguridad que supone formar parte de una de las compañías más estables de esta industria. Esta gente no tiene ningún miedo al riesgo, pensaba hace un par de semanas mientras volaba hacia Varsovia para probar el nuevo juego que anunciaron en el pasado E3, Outriders, y que se publicará bajo el paraguas de Square Enix.

Outriders, como muchas otras obras de ciencia-ficción, comienza con un final: el de la Tierra. Con un hogar asolado por la guerra y el cambio climático, la humanidad se ve forzada en 2159 a emigrar en dos enormes naves a un distante planeta llamado Enoch en busca de su supervivencia. Pero ochenta años más tarde solo una, la Flores, logra llegar a su destino, y los Outriders son la unidad de exploradores de élite que toma tierra en primer lugar para preparar la colonización. Como podéis imaginar, las cosas no salen según lo previsto: una extraña tormenta, la Anomalía, arrasa la superficie del planeta, inhabilita cualquier tecnología avanzada y los que no mueren en sus primeros compases acaban sufriendo extrañas mutaciones. Ese es el caso de los protagonistas del juego, los cuales acaban durmiendo en cámaras de criogenización mientras esperan una cura. Cuando finalmente despiertan tres décadas más tarde, la situación en Enoch es cualquier cosa menos idílica, una suerte de Mad Max con los supervivientes enfrentados entre sí mientras el planeta parece haber evolucionado para luchar contra una humanidad que trata como una infección. Y entre todo este caos, una extraña señal parece albergar la solución y la respuesta a cómo acabar con la Anomalía.

Si tuviese que definir Outriders de forma muy breve, seguramente lo haría diciendo que es una mezcla entre el estilo de acción de Gears of War y el enfoque online de Destiny, con toques de RPG, con evolución de personajes y un énfasis por la narrativa. Es un popurrí que no destaca por su originalidad, pero que funciona francamente bien; del shooter hipertrófico de Epic toma los tiroteos en tercera persona y el sistema de coberturas, y del de Bungie las habilidades (aunque aquí su tiempo de recarga es más bajo, debido a que se quiere enfatizar su uso), los hubs – habrá tanto asentamientos humanos como un convoy móvil que avanzará por Enoch – y la estructura de las misiones y sus recompensas (respecto a esto último, dato importante: los desarrolladores prometen que no habrá cajas de loot ni sistemas similares de monetización). De RPG tenemos la obtención de experiencia y niveles para evolucionar un árbol de habilidades que permite personalizar nuestro personaje según nuestros gustos, y finalmente está la narrativa, que es la que ahora mismo me genera más dudas; me gusta que el juego quiera explicar una historia con detalle, pero no acabo de ver claro que en un título de acción más bien frenética la experiencia se corte con frecuencia para mostrar cinemáticas, algo que resulta especialmente discordante cuando estás jugando en cooperativo con otras dos personas.

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