Avance de Resident Evil 4 Remake

Venga, caretas fuera desde el principio: pese a que Capcom atesora un historial impecable durante los últimos años en lo que a Resident Evil se refiere, pocas personas habría más escépticas que yo – por no emplear un vocabulario más grueso – ante la posibilidad de actualizar las aventuras ibéricas de Leon S. Kennedy. Un compendio de acción, emoción, castellano macarrónico e histrionismo al que, por norma general, denominamos Resident Evil 4. Sin embargo, la vida te suele inculcar, por la vía civil o por la criminal, que conviene ser flexible como un junco y no rígido como una viga de acero. Creo que era así. Más o menos.

El caso es que Capcom ha tenido la deferencia de permitirnos echarle un ojo, a través de una presentación a puerta cerrada, a lo que se nos viene encima con el Remake de Resident Evil 4 y, oh boy, ni siquiera el buhonero tiene acceso a material de esta calidad.

Así que, tras disipar un escepticismo que llevaba no pocos años rondando mi cabeza, me he dedicado a prestar atención a los detalles de una presentación que rondaba los veinte minutos con gameplay extraído de forma directa del título. Y aunque estoy seguro de que se me habrán escapado docenas y docenas de pequeños elementos que, más adelante y jugando con más calma, podremos apreciar en su justa medida, hay otros que son más que evidentes. El primero de ellos es, sin ningún género de dudas, el pelo de Le… no, es broma, me refiero a la ubicación de la cámara, una elección que en Resident Evil 4 rompía con la norma autoimpuesta por la propia saga y que aquí tiene algo más que ver con seguir la estela de los remakes de Resident Evil 2 y 3. Si bien ambas posiciones son muy similares, el espacio que ocupaba Leon en el encuadre original era sensiblemente mayor, un hecho debido a las limitaciones del formato 4:3 de la época. Este remake – y, por extensión, sus antecesores – pueden estirar con mayor libertad la escena y ampliar los márgenes laterales, dando más aire a los encuadres y permitiendo mayor visibilidad a la acción y su escandaloso apartado visual. Lo que nos lleva, de forma irremediable, al combate.

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