Análisis de Ikai – Terror a la japonesa hecho en Barcelona

A ver, tengo que ser honesto con vosotros, queridos lectores: los fantasmas japoneses – y, por extensión, el terror asiático – me dan un miedo que se sale de todas las escalas. Esto que ahora os confieso es algo bien sabido por mi entorno más cercano, pero juraría que es la primera vez que lo reconozco en uno de mis textos. Ahora bien, del mismo modo que tengo bien claro que ver a un espectro de Ju-On va a generar una oleada de escalofríos en mi espalda, me resulta complicado señalar cuál de todos sus resortes resuena en las profundidades de mis temores. O quizá son todos, porque en el horror japonés no pocas veces se dan la mano cercanía, violencia, nihilismo, fatalidad y, además, un folklore repleto de interés y peligros a partes iguales. Esto es, nada más y nada menos, que la propuesta de Ikai.

Desarrollado por el estudio Endflame, Ikai nos pone en la piel de Naoko. Esta joven sacerdotisa queda a cargo del templo familiar mientras su tío, el principal responsable, sale a otorgar protección espiritual a los vecinos de los alrededores, los cuales sospechan que un demonio merodea por los alrededores. Naoko, mientras tanto, proseguirá con sus quehaceres sin darse cuenta de que fuerzas oscuras conspiran en su contra.

No se anda con remilgos este Ikai, puesto que tras una breve, brevísima cinemática en la que el sacerdote expresa sus intenciones y preocupaciones, Naoko comienza a caligrafiar sellos protectores al más puro estilo Okami. No hay incómodos tutoriales, tediosas explicaciones ni intromisiones a la jugabilidad más allá de unas espartanas – o, más bien, sintoístas – indicaciones en el margen inferior de la pantalla, que nos darán las herramientas suficientes para manejarnos con la tradicional escritura japonesa. Afortunadamente, esta tendencia de dejarnos aprender cada mecánica a nuestro propio ritmo se mantiene a lo largo de toda nuestra aventura, con unos iconos que representan de forma fidedigna y muy visual qué resultado podemos esperar de cada interacción. Así, al poder deslizar una puerta corredera se materializará una mano – amigable, no una con intenciones aviesas – allá donde estemos apuntando o, si queremos encender un fuego, una esbelta llama nos indicará allá donde es posible. Ahora bien, este despliegue de elegancia jugable – deudora de titanes del horror independiente como Frictional Games y su Amnesia – no es la única herramienta que Ikai emplea. Allá donde aquella no es capaz de llegar, las ocasionales reflexiones en voz alta de Naoko serán capaces de darnos las pistas suficientes para seguir adelante… hasta que nos topemos con algún que otro puzle.

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