Análisis de Planet Coaster: Console Edition – Si siempre soñaste con tener tu propio Port Aventura, este es tu juego

Me siento en la obligación de abrir este texto con una amarga confesión: nunca he sido muy fan de ir a parques de atracciones. Sus colas kilométricas, las inmensas zonas expuestas al astro rey – el Sol, no Maradona – o las caminatas eternas de atracción en atracción no son santo de mi devoción. Prefiero actividades menos masificadas, en espacios más reducidos y que no conlleven desplazamientos tan largos. Como quedarme en casa, por poner un ejemplo. Pero si hablamos de los juegos de Bullfrog eso ya es harina de otro costal: es imposible olvidar a Theme Park, con sus inacabables posibilidades a la hora de diseñar sus parques de atracciones, los vibrantes colores que desplegaban sus castillos hinchables o las múltiples tropelías que nos permitía poner en práctica. Subir la sal de las patatas fritas para que la gente bebiese más refrescos, apartar la mano en el último instante de una tensa negociación sindical o pastorear a los clientes hacia nuestros negocios más lucrativos son algunos de los ejemplos de esas prácticas que tanto nos divertían allá por los noventa y que nos acercaban más a Kingpin que a Espinete.

Pero eso fue entonces. A día de hoy, el futuro de los juegos de gestión de parques de atracciones descansa sobre los hombros de Planet Coaster, un título cuya versión para consolas nos llega ahora y que, como es lógico, pone toda la carne en el asador para hacer funcionar un género que no suele prodigarse mucho en nuestras consolas de sobremesa.

Lo primero que llama la atención al arrancar la maquinaria de las atracciones de Planet Coaster es su impecable acabado. Es difícil pasar por alto que Planet Coaster no tiene intención alguna de impactar por su potencia gráfica, pero, sin embargo, la combinación de un buen puñado de temáticas perfectamente perfiladas e idealizadas, junto a unos diseños de personajes de eterna sonrisa, llenos de color y con una estética claramente deudora del cartoon, dan como resultado un apartado visual simpático y en perfecta armonía con el tono desenfadado del juego. Sigue con la tendencia al alza una interfaz de una pulcritud encomiable, que hace que navegar por los elementos de gestión sea una delicia visual. Sin embargo, es en el apartado sonoro donde aparecen ciertas tiranteces; si bien Planet Coaster cuenta con un reseñable – aunque escaso – doblaje para sus personajes principales, es a la hora de acercarnos a la música o los efectos sonoros cuando asoman algunos problemas. Su banda sonora, aunque sencilla, acompaña perfectamente al título y está poblada de composiciones instrumentales en las que predominan las guitarras suaves y un matiz bastante upbeat. El problema surge si optamos por gestionar nuestras instalaciones moviendo la cámara a vista de pájaro porque entonces nos perderemos los múltiples efectos y melodías que acompañarán a cada una de nuestras atracciones y, a cambio de una mejor perspectiva sobre nuestra opus magna, sólo nos acompañarán un leve murmullo y los odiosos sonidos que nos indicarán si estamos intentando colocar una farola encima de un viandante, o cosas así.

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