Análisis de Stellar Blade – En el límite del bien y del mal

A Stellar Blade, más concretamente a su equipo de marketing, hay que reconocerles el mérito de haber ubicado en el mapa un producto que, de otra forma, quizás no hubiese llamado tanto la atención. Desde hace algún tiempo, y por diversos motivos, el juego de Shift Up ha sido el centro de varios debates que su obra pone sobre la mesa de forma evidente e innegable. Vivimos en la era del SEO, el engagement y las interacciones, y por desgracia eso, los numeritos, parecen ser lo único que cuenta para inversores, especialmente si tenemos en cuenta que los presupuestos para realizar proyectos de gran calado en el sector cada vez son mayores y quienes lo financian quieren la seguridad de tener un retorno cueste lo que cueste. Debates que pueden parecen externos, pero que el juego no se corta en recordar con descaro cada pocos minutos. Es su carta de presentación y es tan válida como cualquier otra; de esta forma consigue convertirse en un festín de sensaciones encontradas, alternando momentos verdaderamente brillantes, con otros capaces de dejarnos estupefactos con su estudiado descaro.

Es el momento de poner todas estas cartas sobre la mesa y profundizar en las capas de toda la polémica suscitada en un juego que, por cierto, en su puesta en escena y desarrollo carece de esa profundidad que se le podía presuponer, precisamente debido a todo lo que ha auspiciado a su alrededor. Eso sí, que quede claro: Stellar Blade es endemoniadamente divertido. Consigue satisfacer de forma inmediata gracias a, principalmente, su sistema de combate y a su espectacularidad visual, sello de un apartado técnico exquisito que se mantiene con solvencia y estabilidad durante toda la aventura, siendo capaz de mantener su poderío incluso en los instantes en los que más elementos aparecen en pantalla. Una sensación que va creciendo a medida que pasan las horas, desbloqueamos nuevas opciones de combate para Eve y hacemos frente a sus numerosos jefes, donde el juego verdaderamente se luce gracias a su espectacularidad, inyectándonos la dopamina necesaria para no querer soltar el mando. Además, en Shift Up han sabido culminar esto con una intensísima recta final con varios enfrentamientos épicos ante jefes finales de forma casi consecutiva, que ayudan a acabar por todo lo alto, apartando ligeramente otros aspectos o momentos que quedan más lejos de resultar tan satisfactorios.

El viaje de Stellar Blade tiene altibajos pronunciados debido a una mezcla de sus decisiones de diseño cuestionables y a su nulo pudor planteando algunas situaciones. Cuando probamos la demo lanzada hace algunas semanas destacábamos las particularidades que presentaba, tanto en su combate como en su desarrollo, y ambas se mantienen en su versión final, con algún que otro matiz referente al progreso en el que ahora profundizaremos. Como ya se intuía, el estudio coreano ha seguido una máxima clara para crear una especie de Frankenstein tomando ideas que funcionan en otros títulos y aderezándolas a su manera. Así, por un lado, bebe de distintas aguas a la hora de construir su propio sistema; por un lado, saca partido de mecánicas verticales propias de los hack and slash con los movimientos vertiginosos de su protagonista para encadenar ataques y combos que irán siendo más devastadores a medida que rellenemos su correspondiente árbol de habilidades, con cierta libertad para conformarlo a nuestro gusto. Además, su filosofía nos insta a atacar sin descanso, porque encadenando golpes o incluso buenas acciones defensivas abriremos la opción de usar las habilidades especiales de Eve, más poderosas y que pueden ayudar a decantar la balanza en un enfrentamiento complicado.

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