Avance de Fire Emblem Warriors: Three Hopes

Si de los fans dependiera todas las franquicias serían un único juego. No literalmente, ya que querrían cuantas más secuelas mejor, pero sí en términos de diseño. Si algo busca el fan medio es tener siempre más de lo mismo; la misma clase de personajes, las mismas mecánicas, el mismo estilo artístico. Que nunca cambie nada. Que su saga favorita permanezca en un estado de estasis donde todo sea exactamente como en su memoria, incluso si lo que recuerdan se parezca poco o nada a la realidad. Por desgracia para ellos, para que una franquicia se mantenga con vida debe mutar, cambiar, adaptarse a los tiempos. Y en ocasiones, lo que necesita una franquicia es devenir musou.

Siendo justos, a veces lo que necesita un musou es reconocer que su fórmula se está quedando corta tras veinticinco años de juegos, algo que llevan aceptando ya un tiempo a través de los spin-offs de populares franquicias japonesas que les permiten, a través de sus diseños, desarrollar nuevas mecánicas para el género. Casos como el de Persona 5 Strikers o Hyrule Warriors: La Era del Cataclismo demuestran que es posible dar diferente vueltas de tuerca al musou mientras se respeta la base mecánica del género. Esto también lo agradecen las franquicias originales, que comprueban como sus spin-offs musou son cada vez menos un puro producto de fanservice que un genuino intento de desarrollar historias originales que bien podrían considerarse entregas canónicas de sus franquicias. Y en esto Fire Emblem: Three Hopes no es una excepción.

En lo básico, Fire Emblem: Three Houses empieza de forma prácticamente idéntica que Fire Emblem Warriors: Three Hopes. Nuestro personaje es un mercenario tocado por alguna clase de entidad sobrenatural cuando, perdidos en un bosque, se encuentra a los tres herederos de las tres casas nobiliarias que controlan los tres países del continente de Fódlan. La diferencia es que aquí, además de que el combate es en tiempo real y no por turnos, asumimos el papel de un joven mercenario llamado Shez que busca derrotar a su enemigo mortal, El Demonio Ceniciento. De ese modo, al igual que en el original Byleth acababa uniéndose a la Academia de Oficiales y siendo parte de una de las tres casas titulares, aquí ocurre lo mismo con Shez, con otra nueva particularidad: no pasamos ni una hora en el Monasterio de Garreg Mach.

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