Análisis de Jupiter Hell – Uno de los mejores homenajes a Doom es ¿un roguelike?

La sombra de Doom es muy, pero que muy alargada. Y no solo por sus mecánicas jugables; desde su lanzamiento, allá por 1993, su código y sus dinámicas han ido ayudando a forjar la historia de los videojuegos y los shooters en primera persona. El ingenio de Romero y la magia binaria de Carmack catapultaron a una id Software que, desde entonces, siempre ha sido una punta de lanza de la industria. Cada nuevo título de id, ya fuera Doom o Quake, atraía sobre sí las miradas de toda la industria. Un buen testimonio de ello es Doom 3; con un gameplay que resultó divisivo – no para el que suscribe, que lo considera un juegazo – y un despliegue técnico que desembocó en no pocas renovaciones de hardware, Doom 3 marcó a toda una generación de jugadores gracias a su ritmo alejado de la vertiginosidad de sus antecesores, sus aterradores encuentros y, por qué no decirlo, su espantosa escopeta. Diecisiete añazos lleva a sus espaldas este título y, precisamente por todo ese tiempo acumulado, se hacía raro que ningún desarrollador hubiera tenido la feliz idea de homenajear a este clásico de los tiros y los pentagramas. Hasta que apareció en nuestro radar Jupiter Hell, claro.

Pero Jupiter Hell es una rara avis. Porque no es un homenaje a un FPS clásico en forma de, bueno, otro FPS. Jupiter Hell se sale por la tangente eligiendo una fórmula que abre un gigantesco abanico de posibilidades: el roguelike. Y no un roguelike cualquiera, no, uno presentado en perspectiva isométrica y desarrollado por turnos. Llegados a este punto, he de señalar que casi parece que el estudio ChaosForge quería alejarse lo más posible de un FPS y, al final, le debían quedar tres opciones igualmente cargadas de histrionismo: un Civilization de la UAC, una novela visual de Cacodemons y esta que nos ocupa. Esperaremos con ansia las otras dos.

Mientras tanto, es de justicia ir desgranando los aspectos más relevantes de este fantástico homenaje a una de nuestras sagas favoritas, no sin antes señalar que su historia, para no desentonar con los títulos de los que toma inspiración, es una mera excusa para aniquilar demonios, encontrar armas cada vez más potentes y escuchar heavy metal a toda pastilla. Las lunas de Júpiter son el lugar escogido por una oscura corporación para llevar a cabo siniestros experimentos que desembocan en una accidental apertura de las puertas del Averno. Nuestro rutinario viaje se ve interrumpido por el fuego de los sistemas de defensa de la base y, para nuestra desgracia, nuestra nave se estrella en mitad de una base llena de soldados poseídos de gatillo fácil, demonios amigos de lanzar bolas de fuego y muchos más horrores cósmicos que tendremos que expurgar mientras intentamos huir a la desesperada de este infernal lugar.

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