Tras una película de adolescentes ambientada en un barco maldito y un juego de terror histórico con los juicios de brujas como telón de fondo, Supermassive Games está preparando otra vez algo muy distinto para House of Ashes, la próxima entrega de su Dark Pictures Anthology.
Ambientado en Irak durante los últimos coletazos de la más reciente invasión por parte de Estados Unidos, este tercer capítulo de la serie es una claustrofóbica historia de monstruos enmarcada en la guerra moderna, una especie de mezcla de The Descent con Zero Dark Thirty. Su plantel de personajes está liderado por la agente de la CIA Rachel King, interpretada por Ashley Tisdale, quien llega a Irak como parte de un equipo que busca armas químicas. Otro personaje jugable, Salim Othman, es un soldado iraquí.
Los trozos que he visto de la introducción del juego muestran como Tisdale y su equipo llegan a Irak para descubrir que están envueltos en un mar de problemas. Un radar militar ha descubierto algo bajo tierra y la inteligencia de Estados Unidos, desesperada por encontrar armas de destrucción masiva, decide que se trata de una fábrica de armas químicas. Pero en su lugar, el escuadrón encuentra granjeros iraquíes y soldados locales. Se desata un tiroteo y, en pleno caos, ambos bandos acaban enfrentándose a la auténtica fuente de esas detecciones del radar. Es aquí donde House of Ashes se desarrolla en su mayor parte, en unas impresionantes ruinas subterráneas, vestigios del antiguo imperio acadio, las cuales tienen más de dos mil doscientos años de antigüedad y pertenecen al reino del Rey Naram-Sin.