El videojuego no es un medio precisamente falto de historias sobre venganza; es una premisa que trata de conectar a nivel emocional por la vía rápida y que se emplea para aprobar de forma más o menos tácita cualquier acto de violencia cometido por el jugador. Los estudios de desarrollo se han apoyado en ella hasta el punto de la extenuación, así que es necesaria cierta habilidad para lograr que este punto de partida no sea una manera de tirar la trama hacia adelante de una patada; un título de este año que ha hecho muy bien sus deberes en este aspecto es Arco.