Nintendo Switch sólo tuvo un problema realmente grave en la segunda mitad de su ciclo de vida: no tenía potencia suficiente para lo que se esperaba de ella. Incluso si Nintendo era capaz de realizar magia negra con sus exclusivos, gracias a tener el tiempo y el conocimiento del hardware del que nadie más disponía, el resto estaban lastrados por un hardware que limitaba las posibilidades de la gran mayoría de los títulos.