Impresiones del Early Access de 30XX – Un vibrante roguelike que es, al mismo tiempo, homenaje y evolución de los mejores Megaman

La «Berlin Interpretation» de los roguelikes… no, es broma, ya hablé una vez de este fascinante concepto en una introducción y uno no puede estar constantemente refiriéndose a semejante sanedrín. Sin embargo, que un buen día, en Berlín nada menos, se debatiera a fondo sobre los límites y las convenciones de los roguelikes no deja de ser una de las muchas señales de que el género está en plena forma. Otra de ellas, claro está, es el hecho de que, conforme pasa el tiempo, vemos como más géneros y fórmulas reciben la visita de la permadeath y el progreso a martillazos. Shooters, mazmorras y castillos han visto como el roguelike tomaba estructuras clásicas y las volvía frescas y desafiantes gracias a la incorporación de esa dinámica dura e inmisericorde que no ofrece perdón a los pasos en falso. Visto que muchos creadores se habían fijado en Zelda, Castlevania y otros clásicos del pixel, solo era cuestión de tiempo que alguien echase la vista atrás y se inspirase en otro grande de las 2D: Megaman.

30XX es la continuación de, claro, 20XX, un título que ya dejaba claras sus querencias sin ni siquiera haber comenzado la partida. Y es que 20XX era – y es – la fecha indeterminada que los títulos de Megaman empleaban para ambientar las aventuras de nuestro querido robot azulón. Pero las similitudes, como es lógico, no terminaban ahí: 30XX se pone el mundo por montera y, a diferencia del estilo cartoon de su antecesor, abraza con fuerza el pixel art para representar sus entornos, enemigos y, sobre todo, a sus dos protagonistas. Nina y Ace son, respectivamente, dos doppelgängers de Megaman y Zero que, del mismo modo que el resto del apartado visual, están representados de una forma fantástica y llena de color. Es una delicia recorrer todos los mapeados y detenerse en todos los detalles de enemigos, estructuras o elementos que añaden un sabor especial a cada escenario, todo ello mientras disfrutamos de la fantástica representación de Nina y Ace y nos preguntamos por qué no se hacen más Megaman así, ya que estamos. Además, la vertiente sonora de 30XX nos regala unas melodías chiptune fantásticas que acompañan a la perfección una acción rápida y sin descanso. Sin embargo, y esto es algo inherente al género, la repetición constante de niveles hace que estas melodías pierdan fuerza progresivamente, lo que nos lleva a desear que se incluya una mayor variedad de temas para amortiguar este hecho. No ocurre lo mismo, por otra parte, con unos efectos sonoros perfectamente medidos… a excepción de uno que no me puedo quitar de la cabeza: el sonido de los pies de nuestros héroes al caer al suelo. Es un efecto que suena tan a zapato dentro de un universo lleno de robots y androides que es imposible no pensar que chirría sobremanera en un título que, en el resto de los apartados, se conduce de forma ejemplar. Lo sé, lo sé, en menudas cosas me fijo.

Pero también tendremos que fijarnos en muchas otras cosas, como los múltiples peligros que nos encontraremos en todos los niveles que irá generando proceduralmente 30XX. Como buen sucesor espiritual de Megaman X y Megaman Zero que es, 30XX nos recibe amistosamente con un tutorial encubierto en el que se enseña con el ejemplo; soltándonos en unas simpáticas y coloristas cavernas, Ace será capaz de recorrer el escenario sin mayor preocupación que la de ir identificando los peligros, aprendiendo los movimientos básicos y darse cuenta de que a cada paso le esperará un bicho con malas pulgas o un salto que estará puesto con la intención de arañarle alguno de sus escasos puntos de vida. Pronto rescataremos a Nina de su prisión y ambos cazadores de Mavericks volverán al trabajo. Es ahí cuando empieza el verdadero reto, puesto que tendremos que decidir si queremos jugar a 30XX en su modo clásico, el roguelike, o en un modo aún más clásico, ese que nos recordará a los Megaman de toda la vida y que nos ofrecerá una cuadrícula de nueve niveles con sus correspondientes bosses.

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