Análisis de Famicom Detective Club: The Missing Heir & The Girl Who Stands Behind

Hacer un análisis conjunto de dos juegos al mismo tiempo puede sonar un poco extraño al principio, pero creo que esta ocasión lo merece especialmente. Al fin y al cabo, el caso que tenemos entre manos es un poco peculiar. El próximo viernes 14 de mayo se producirá el lanzamiento de Famicom Detective Club: The Missing Heir y Famicom Detective Club: The Girl Who Stands Behind, versiones actualizadas y con gráficos mejorados de las dos entregas de la saga Famicom Tantei (1988) que, hasta ahora, nunca había sido publicada fuera de Japón. Estos remakes son la primera vez que Occidente puede acceder a dos novelas visuales muy populares dentro de Japón y, al mismo tiempo, muy influyentes en un montón de obras posteriores que sí se han publicado cerca de nuestras fronteras.

Aunque ambas se lanzan esta vez al mismo tiempo, la manera lógica de acercarse a ellas sería jugar primero The Missing Heir (la primera entrega, si nos atenemos al orden de salida original) y después The Girl Who Stands Behind (la segunda y más popular entrega). Aun así, las historias de ambas han sido enlazadas de manera muy inteligente para que, a día de hoy, el orden en el que las juguemos no suponga un problema. The Missing Heir nos presenta a nuestro protagonista, un joven detective que ha amanecido amnésico después de un incidente relacionado con el caso que estaba investigando. Así, tendrá que apañárselas para recuperar sus recuerdos mientras desentraña el misterio de una mujer adinerada que falleció en circunstancias sospechosas la misma noche en la que anunció su testamento. The Girl Who Stands Behind es una especie de precuela a los acontecimientos de The Missing Heir, y ayuda a poner en contexto a los compañeros de agencia de detectives de nuestro personaje. En este caso, acompañamos al protagonista en su primer caso de investigación en solitario: la muerte de una joven adolescente. Aprovechando su corta edad – apenas diecisiete años – nuestro protagonista aprovechará para infiltrarse en su instituto y hablar con el resto de jóvenes que la conocían para acabar entendiendo que el incidente es mucho más profundo de lo que parecía a primera vista. Ambos juegos introducen pequeños detalles sobrenaturales que tintan algunos aspectos de estos misterios y que nos incitan a resolver la explicación humana que hay detrás de ellos.

Si estas tramas suenan un poco cliché es porque lo son: las hemos visto repetidas en decenas de ocasiones en otros videojuegos, películas y demás artefactos culturales. Lo interesante es la manera en la que Famicom Detective Club las traslada al videojuego y construye su propio lenguaje y su propia dinámica alrededor de ellas. Son dos juegos que, en su brevedad – alrededor de seis horas cada uno, según cuánto nos atasquemos – nos hacen entender retroactivamente muchas referencias y similitudes con títulos que hemos jugado más tarde. Los fans de Phoenix Wright, por ejemplo, encontrarán muchos puntos de contacto con la saga, como si de repente pudiesen ver las raíces sobre las que se construye todo aquello de estos juegos que tan novedoso nos pareció en su momento.

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