Los treinta años de carrera de Yoko Shimomura

No hay muchas canciones más emblemáticas para la historia de los videojuegos que el tema de Guile en Street Fighter II. Principalmente, porque es una canción extremadamente adictiva, que ha trascendido a la cultura popular mediante distintas iteraciones y memes, y porque es imposible no tararearla cuando escuchamos las primeras notas; incluso quién no supiera de dónde proviene la canción probablemente sería capaz de seguir la melodía tras unos segundos. El Guile’s Theme es solo uno de los icónicos temas compuestos por Yoko Shimomura para el popular juego de lucha, lanzado en 1991. Cuenta la historia que Shimomura pensó que la música sería una buena manera de darle más personalidad y carisma a los personajes del juego, que de por sí no contaba con apenas líneas de diálogo o historia. Tras ver los escenarios del juego, y el hecho de que cada personaje tenía una nacionalidad diferente, consideró la idea de aprovechar para crear música ambiental que transmitiera las mismas sensaciones que cada país. No es que intentase replicar la música de cada lugar, sino más bien la idea fantasiosa que los extranjeros nos creamos cuando pensamos en ellos, con un tono un tanto cómico. Después, añadió la guinda final: acelerar el tempo en los últimos compases, creando una versión más épica, más desesperada de cada tema para las partes finales de las batallas, en las que seguimos combatiendo cuando nos queda muy poca vida.

La compositora nació en el año 1967 en la Prefectura de Hyogo (Japón) y afirma no recordar un momento de su vida en el que la música no fuese su pasión. Empezó, de hecho, a tocar el piano a los cinco años, y no ha parado desde entonces; confiesa, en más de una ocasión, que todavía se acuerda de cómo tocar la primera canción que compuso, pero que a estas alturas le da demasiada vergüenza enseñársela a nadie. Shimomura empezó a trabajar en Capcom en el año 1988, y ha participado en títulos como Samurai Sword (1988), Final Fight (1989), o The King of Dragons (1991). Se ríe al confesarnos que cuando aceptó el puesto, al finalizar sus estudios en música, su familia no entendía muy bien en qué iba a consistir su trabajo. Una oferta que llegó casi por azar, tal y como nos explicó cuando la entrevistamos en el último Fun & Serious: «siempre quise un trabajo relacionado con la música, no necesariamente en los videojuegos, pero encontré la oferta de trabajo en Capcom de casualidad… y eché el currículum.»

Tres décadas después, y con centenares de canciones a sus espaldas, a la compositora le cuesta elegir favoritos y menos favoritos. Es muy difícil elegir qué pieza me gusta más, pero es verdad que cuando me las piden siempre pienso «uy, qué difícil esta pieza, qué complicado todo» (ríe). Pero una vez se lanza al mercado y lo escucha todo el mundo, la dificultad se me va olvidando.» Cuando transcurre algo de tiempo, pasa a pensar en ellas con cariño: para ella, cada una de sus canciones son «como si fueran mis niños».

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