Para obtener resultados hay que correr riesgos. En algún momento indeterminado de la historia de la gastronomía española, alguien, un gastronauta sin nada que perder, se puso el mundo de los sabores por montera y sobre una generosa capa de crema de cacao colocó majestuosamente una rodaja de chorizo. Semejante logro culinario le transportó a velocidades increíbles contra la inamovible pared del sentido común y tras semejante impacto volvió, probablemente, a la fría realidad de su increíble resaca. Por fortuna, también existen experimentos que abren caminos que, con el tiempo, se nos hacen totalmente familiares. Tanto que incluso llegamos a preguntarnos cómo debía ser el tiempo en el que no estuvieron allí.
Como es obvio, aún no hemos llegado – y puede que no lleguemos nunca – al punto en el que podamos decir que Darksiders Genesis marca un antes y un después en el género de los RPGs de acción, pero de lo que sí podemos estar seguros al cien por cien es de que el título de Airship Syndicate es un juego bastante arriesgado. Y lo es porque trinca mecánicas de juego de las anteriores entregas, coge la perspectiva de un típico clon de Diablo y alguno de sus resortes, lo mete todo en una coctelera con unos cuantos hielos y agita bien fuerte a ver qué sale. De analizar el sabor, textura, color y fuerza de este cóctel va a tratar lo que viene más adelante, así que poned la música que más os guste – la del juego no sería mala opción; es muy grandilocuente y épica, perfecta para acompañar una buena aventura – y vamos al lío.
En el plano narrativo, Darksiders Genesis actúa como una precuela de las anteriores entregas y, además, nos presenta a Lucha, cuarto Jinete al servicio del Concilio. Este nuevo Jinete cabalgará mano a mano con Guerra para detener los maquiavélicos planes orquestados por Lucifer junto al resto de Barones del Infierno y traer de vuelta el tan ansiado equilibrio. Vamos, que el mal se ha desatado y nosotros lo tenemos que volver a atar. Nada nuevo bajo el Sol, aunque sí que merece especial mención la divertida relación que mantienen estos dos personajes. Donde Guerra es taciturno, abnegado y grandilocuente, Lucha es socarrón, rebelde y directo. Los intercambios que mantienen durante todo el juego son entretenidos y bienvenidos en un género sobresaturado de épica, espada y brujería, y le sientan como un guante a un título que pretende alejarse de ese tipo de ambientaciones.