Análisis de Emio: El Sonriente – La mejor novela de detectives que vas a leer este año es un videojuego

Cuarenta años es mucho tiempo para un ser humano. Para un videojuego, incluso más. Retomar lo que se empezó hace casi cuatro décadas, cuando hablamos de un medio tan joven como el que nos ocupa, siempre tiene algo de esotérico, fascinante y llamado al desastre. ¿Cómo se va a volver a algo que no se ha tocado en cuarenta años, con todos los cambios tecnológicos y de diseño que se han producido? Las tendencias. Las narrativas. Las estéticas. Todo es diferente. Pero cuando lo pensamos, también hay algo muy especial: un reto singular. Algo interesante que merece la pena abordar para las mentes creativas que sienten que tienen al menos un gran juego más dentro de sí. Y si alguien ha demostrado tener siempre el videojuego en su corazón, ese es Yoshio Sakamoto.

Aunque no es tan conocido por el gran público como otros grandes nombres de Nintendo, como Gunpei Yokoi o Shigeru Miyamoto, la empresa es inconcebible sin Sakamoto. Encargado principal hasta el día de hoy de la saga Metroid, director de juegos extraordinarios como Super Metroid, Metroid: Zero Mission o X, quizás uno de sus trabajos más importantes es uno que ha pasado desapercibido en Occidente. Al menos hasta hace unos pocos años, porque él fue diseñador y guionista de los dos, y hasta ahora únicos, títulos de la franquicia Famicom Detective Club.

Los Famicom Detective Club son una saga de dos juegos, The Missing Heir y The Girl Who Stands Behind, publicados en 1988 y 1989 exclusivamente en Japón. Siguiendo un estilo de aventura similar al que popularizaría Yuji Horii en The Portopia Serial Murder Case, y que hoy es más recordado por juegos como Snatcher o Policenauts de Hideo Kojima, Famicom Detective Club nos pone en la piel de un detective adolescente que debe resolver unos peculiares casos de asesinatos.

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