Es posible que esto no sorprenda a quien haya escuchado mis quejas recurrentes sobre de la falta de opciones de organización de aplicaciones de música como Spotify, pero una de mis maneras de gestionar momentos de gran tensión o ansiedad consiste en vaciar las estanterías para volver a recolocar mis libros con un nuevo sistema de ordenación. Pasar de ordenar por temas a ordenar por tamaños, de organizar de manera secundaria por editoriales a hacerlo por colores. Entiendo que puede resultar alienígena a quien no comparte esa pasión por el orden, pero hay algo programado en mi cerebro para recompensarme por encontrar varias pautas a seguir y emplearlas para clasificar un conjunto grande de objetos.