Estoy razonablemente seguro de que si hiciera una encuesta entre el jugador medio, una amplísima mayoría – por no decir la totalidad – de los entrevistados contestarían que conocen a Activision y su saga Call Of Duty pero muy pocos – por no decir ninguno – saben quiénes son Smilegate Entertainment y su título estrella, CrossFire. Y no será porque el título de esta desarrolladora surcoreana carezca de músculo, desde luego; habiéndose posicionado como uno de los juegos más lucrativos de la historia, teniendo una base de jugadores monstruosa y dos nuevos lanzamientos en el horizonte e incluso una adaptación fílmica en camino, no se puede decir que a CrossFire las cosas le estén yendo precisamente mal. Aún y así, esta franquicia de largo recorrido en el mercado asiático no quiere conformarse con su base de jugadores actual y anda buscando pastos más verdes en una consola tan occidental como es Xbox One. ¿La punta de lanza de esta estrategia? CrossFire X.
Y será mejor que nos agarremos porque este título viene fuerte. CrossFire X es un FPS multijugador que enfrenta a dos Private Military Contractors – mercenarios con ínfulas, vaya -, Black List y Global Risk, que están enzarzadas en una interminable batalla en la que el mundo se limita a ser el tablero donde se disputa una sangrienta partida de ajedrez de la muerte. PUM. Toma lirismo hablando de un FPS online.
Pero de este conflicto a escala global, no obstante, sólo hemos podido acceder a una beta en la que se nos ofrece un pequeño pero jugoso aperitivo de lo que está por venir. Aunque, antes de lanzarnos al campo de batalla, siempre es conveniente pasarse por el barracón donde se manejan los aspectos logísticos para ver qué opciones tenemos a la hora de equiparnos. CrossFire X, como buen FPS militarista que es, nos ofrece un puñado de configuraciones sobre las que podremos trastear para conseguir los mejores chetazos sobre las almendras rivales. Cinco serán las configuraciones accesibles por ahora y en ellas podremos modificar nuestra arma principal y su acople óptico, la secundaria, el arma cuerpo a cuerpo y la granada que portaremos. Nada nuevo bajo el Sol, ni allí ni el diseño de los elementos que podremos seleccionar dentro de estas categorías, pues nos encontraremos a un puñado de sospechosos habituales del género como son la M4, el AK47 o la Desert Eagle. Convivirán, eso sí, con alguna que otra rareza fuera de su tiempo como una Tommy Gun con cargador de tambor, que será la opción favorita de los fans de las películas de Al Capone. Cuando hayamos elegido nuestro armamento, podremos completar nuestra personalización eligiendo a los avatares de cada una de las PMCs. Todos y cada uno ellos son la encarnación del concepto «tacticool»: llevan ochocientos cacharros encima que sólo dios sabe para qué sirven -si es que existen, para empezar-, tienen personalizaciones a spray con dientes, lobos, tiburones y demás y, en general, se ponen cosas guays para parecer soldados guays en los campos de batalla guays del videojuego moderno.