No todo lo que triunfa crea tendencia. En el ámbito del videojuego, al igual que en cualquier otro nicho cultural, hay obras que son consideradas referentes ineludibles. Seminales, si queréis. Sus postulados, toda vez que son recibidos y analizados hasta el último milímetro, pronto comienzan a dejarse ver en secuelas espirituales que los amplían, revisan y, en la medida de lo posible, mejoran. Ejemplos de esto hay muchos, claro está: Resident Evil, la Mansión Spencer y el survival horror (que sí, que ya me sé la cantinela del Alone In The Dark, pasad página), Wolfenstein, Doom y los FPS o, cómo no, Hidetaka Miyazaki, From Software y sus Souls. Sin embargo, dentro de estos últimos hay una anomalía, en más de un sentido. Si bien el conjunto de Sekiro: Shadows Die Twice evidencia que es, sin ningún género de dudas, una pieza más de la saga Souls, su combate explora una sangrienta senda repleta de esquivas, katanazos, parrys y contraataques que no había tenido continuidad, directa o espiritual.
Hasta ahora, porque Bloodless bien podría encajar, salvando las amplias distancias, en la categoría de Sekiro-like en 2D.
Aunque con muchos menos derramamientos de sangre por nuestra parte, tal y como deja entrever su título. Desarrollado por Point `n Sheep para 3D Realms, Bloodless nos pone en la piel de Tomoe, una ronin que regresa a su tierra, Bakugawa, tras haber huído de la misma y reflexionar sobre las consecuencias que acarrea seguir el camino del bushido. Pero aunque Tomoe deja a un lado la violencia, esta no deja de perseguirla; Bakugawa es una tierra convulsa, comandada por un shogun implacable y repleta de bandidos, exiliados, shinobi y demás gente de mal vivir, con lo que Tomoe tendrá que afrontar las consecuencias de los actos de su pasado mientras lucha por su futuro.