Hay veces en las que los géneros necesitan evolucionar y, para ello, encaminan sus pasos hacia lugares en los que no terminan de estar del todo cómodos. Pongamos que un título cosecha el aplauso unánime de crítica y público, dándole un giro fresco e innovador a una fórmula que ese estudio ya no deseaba explorar más. Una consecuencia lógica es que muchas fuerzas creativas desearán seguir su estela y crear nuevos juegos que exploren esa vía, la potencien o simplemente la copien. Pero, pasado el tiempo, también habrá cierto anhelo por el modo de hacer las cosas antes del título que viró las convenciones del género. Pongamos que el género del que estoy hablando es el survival horror. Y pongamos que el título que le dio un giro de ciento ochenta grados fue Resident Evil 4.
Esa obra maestra de Capcom nos dejó – y nos deja – tardes de gloria, y tras su estela han surgido otras opus magna igual de reseñables, como puede atestiguar el inconmensurable Dead Space. Pero su llegada trajo un cambio de paradigma que dejó en la estacada a una serie de modos y maneras de concebir el género de la supervivencia que ya no tenían hueco en un panorama mucho más enfocado a la acción. La cámara fija, los planos angustiosos, la perenne escasez de recursos y una constante sensación de falta de agencia habían dejado paso a un desarrollo explosivo que atacaba más a las tripas y menos al coco del sufrido jugador. Uno de los mayores exponentes de la viaja escuela de los juegos de supervivencia es, cómo no, Resident Evil 2. Sus historias entrecruzadas, su rejugabilidad gracias a la combinación de sus escenarios y todas las virtudes anteriormente expuestas hacen de él una auténtica joya que, pese a sus primigenios gráficos 3D, aguanta perfectamente el paso del tiempo.
A estas alturas del texto más de uno os estaréis preguntando a qué viene este pequeño repaso al género en esas circunstancias tan concretas. La respuesta es sencilla: Invader Studios, el estudio responsable del título que hoy nos ocupa, estaba entregado en cuerpo y alma en el desarrollo de un remake no oficial de Resident Evil 2 cuando recibió una llamada de Capcom que les obligó a dar carpetazo al proyecto por motivos que, a día de hoy, son más que obvios. Pero ese revés no hizo que disminuyera su pasión por el género, y de ahí nace este Daymare: 1998.