Análisis de Gungrave G.O.R.E. – Un juego de otra época con problemas de otra época

A veces tenemos que valorar el estilo sobre la sustancia. Algunas cosas tienen la profundidad de un charco en la acera y exactamente su mismo interés intelectual, pero, debido a todo lo que los acompaña, resultan interesantes para cierto tipo de gente. Puede ser una estética subcultural, una actitud provocativa o una vuelta sobre mecánicas e ideas que ahora pertenecen a un grupo muy concreto de personas, o, en ocasiones, basta con tener un estilo macarra y mucha cara dura para conseguir destacar en un mercado saturado lleno de más propuestas idénticas de lo que sería saludable, incluso cuando la sustancia no acompaña.

La franquicia Gungrave nació en PlayStation 2 como un shooter en tercera persona cuya primera y única premisa era Molar. Con diseño de personajes de Yasuhiro Nightow, creador de Trigun, y un diseño mecánico que bebía hasta puntos incómodos de Devil May Cry, saga mítica que a estas alturas no requiere presentación, toda la franquicia son juegos arcade, muy simples, basados en el aumento sistemático de un medidor de combo que va ascendiendo con cada disparo acertado en nuestros enemigos o en los objetos destructibles del escenario. Con una cantidad muy limitada de combos, la premisa de que nuestra vida desciende dramáticamente mucho más rápido de lo que despachamos enemigos si nos paramos a pensar, y ejecuciones brutales, pero modeladas un poco como bien pudieron, su único objetivo es exactamente el que esperaríamos de un arcade: conseguir la puntuación más alta posible sin parar jamás de disparar.

Gungrave G.O.R.E, tercera entrega de la saga, respeta esa base estética y jugable de la franquicia como si fuera las sagradas escrituras del chunibyo. Volviendo a encarnar a Grave, un hombre demasiado furioso como para morir — en realidad, resucitado por una droga experimental, pero nos gusta demasiado Asura’s Wrath como para pensar que no robaron la premisa retroactivamente —, tenemos que acabar con un clan mafioso que está distribuyendo la misma droga que nos ha traído a la vida en primer lugar, exactamente igual que en las dos primeras entregas.

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