Análisis de Marvel’s Spider-Man 2 – Más grande, más espectacular, igual de refrescante

Si poner patas arriba la industria del videojuego, firmar sin aparente esfuerzo y con una naturalidad pasmosa la que es, con permiso de Rocksteady, la mejor adaptación de un cómic jamás programada y colocar por el camino casi treinta y cinco millones de copias es a todas luces un gran poder, creo que podemos estar de acuerdo en que la gran responsabilidad aquí era saber continuar un éxito de dimensiones tan mastodónticas con una secuela a la altura. Y es una altura considerable; lo que el Marvel’s Spider-Man original logró en términos económicos es destacable, pero lo conseguido en términos de influencia lo es más aún: no es sencillo convertirse con un debut en algo así como el patrón oro de este tipo de adaptaciones, una vía segura al éxito de crítica y público frente a los constantes naufragios de quienes se dejan seducir por los cantos de sirena del juego como servicio; no es tan fácil golpear solo una vez y dar justo en el centro del clavo. Sin embargo, lo que tiene verdadero mérito es lograr todo esto partiendo del dibujo más trillado, más agotado y por los mismos motivos más vilipendiado de la última década: el de los mundos abiertos plagados de iconos que funcionan exactamente igual que un Assassin’s Creed.

Ese es el verdadero elefante en la habitación de la saga. Esa es la duda que te machaca la cabeza mientras despachas a bandas de carteristas clónicos o te desvías unas azoteas al este para resolver un nuevo puzle de Prowler o tachar un nuevo emplazamiento fotográfico del minimapa: por qué funciona. Por qué se siente tan fresco. Por qué entusiasma con lo que en manos de Ubi ya aburre. Tras las más de treinta horas que me ha tomado dar carpetazo al argumento de la secuela y a buena parte de su generosísimo contenido secundario creo haber dado con algunas respuestas. Algunas más allá de las evidentes, quiero decir. Una pista: han sido treinta horas, y no ciento veinte.

Y quizá sea justo eso, el foco en la intensidad antes que en la escala y al fin y al cabo en la calidad antes que en la cantidad lo que explica que esto no se haya convertido también en una saga anual que camufla con subtítulos su intención de seguir explotando la gallina de los huevos de oro; Marvel’s Spider-Man 2 es y se siente en todo momento como un acontecimiento, y diría que en ese sentido toma un par de notas de los buenos tiempos de un MCU que ojalá siguiera en este nivel de forma. Todos los guiños que dejaran caer tanto el original como el juego centrado en Morales se ven devueltos aquí, todas las bolas curvas y los interrogantes que planteaban sus escenas más debatidas explotan por fin en esta secuela y sí, en esta ocasión también conviene no levantarse del sofá antes de que finalicen los créditos. La sensación en todo momento es la de un nuevo universo que sigue sentando sus bases y al que le sobra gasolina para el futuro (quizá la confirmación llegue con Lobezno), y en este sentido ayuda también el tono enciclopédico y de celebración del personaje, de sus villanos y de la propia Marvel de un argumento que, sin forzar las cosas y con un par de justificaciones argumentales muy inteligentes, se lo hace venir bien para funcionar como una suerte de Super Smash Bros. del arácnido.

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