
Que se publique la secuela de una obra de culto, por la usual demora en su reconocimiento y su habitual estatus de desconocida para el gran público, es una cosa que rara vez sucede. Solo con el crecimiento paulatino de los crowdfunding, campañas que sirven para que los fans puedan apoyar proyectos que los estudios grandes prefieren ignorar por su excesivo riesgo, se ha conseguido que muchos de esos deseos minoritarios hayan visto la luz. Double Fine lo sabe bien: su Kickstarter de la aventura gráfica clásica que acabaría siendo Broken Age fue, de hecho, quien abrió la veda para que las producciones de pequeño o mediano tamaño ganaran notoriedad y obtuvieran otra vía para su publicación.
Pese a las luces y sombras que tuvo un lanzamiento relativamente accidentado como ese, Schafer y los suyos vieron una oportunidad de oro para seguir arriesgando, y decidieron volver a apostar por una campaña similar, esta vez en Fig, con la que dar una secuela al que sigue siendo todavía hoy el mejor juego del estudio. El primer Psychonauts no fue, siendo honestos, un éxito en ventas, pero el boca a boca y las sucesivas rebajas tras adquirir el estudio los derechos hicieron que cada vez más gente descubriese un juego que es Double Fine en estado puro, tanto por su sentido del humor como por su tremenda originalidad.
En ese sentido, realizar una secuela de un juego con más de 15 años era a partes iguales difícil de ejecutar, por lo complejo de generar nuevo interés en una obra tan antigua; y sencillísimo, por las posibilidades que se abren teniendo un mundo tan rico como el habitado por Raz y el resto de psíquicos. Lo verdaderamente complicado aquí era ajustar la escala del proyecto, y ahí es donde la entrada de Microsoft como actual dueña del estudio marca la diferencia: el Psychonauts 2 inicial, el financiado por la gente, era un juego que partía desde una base mucho más humilde. El resultado, en cambio, mira de tú a tú a su primera parte tanto en escala como en duración, y comete si acaso errores por no saber dónde recortar y donde hacía falta invertir un pelín más de tiempo.