Análisis de Shin Megami Tensei 3: Nocturne HD Remaster – Una versión más amable de un RPG complejo y hostil

Tras el lanzamiento en junio del año pasado de Persona 4 Golden en Steam, Atlus parece al fin decidida a recuperar poco a poco su historia, difícilmente accesible en la mayoría de plataformas modernas. Era inevitable que a la hora de escoger un título que pasar por un proceso de remozado más intenso la compañía optase por Shin Megami Tensei 3, uno de los primeros encargos como director de Katsura Hashino, el responsable de los Persona 3 a 5 que han catapultado la popularidad de Atlus. Nocturne es los juegos más queridos entre los fans y también uno de los más influyentes en el diseño de todos los RPG posteriores de la compañía, pero viene acompañado de una fama de difícil y poco accesible que esta remasterización pretende suavizar.

Shin Megami Tensei 3: Nocturne HD Remaster nos invita a presenciar los últimos instantes antes de la Concepción, un evento apocalíptico que destruye la realidad que conocemos y se lleva por delante a prácticamente toda la humanidad. La ciudad de Tokyo se transforma en una esfera llamada Mundo Vórtice donde los demonios se disputan el poder no solo de este infierno, sino también de crear un nuevo mundo según sus ideales. Nuestro protagonista es el Semioscuro, un joven mitad humano-mitad demonio que sobrevive a la Concepción y cuyas decisiones definirán ese futuro por el que todos pelean.

Los pocos humanos que quedan se disputan el dominio de la filosofía que habrá de moldear el futuro, desde unas posiciones tan extremas como irreconciliables. El clásico eje Orden-Neutral-Caos de Shin Megami Tensei se acomoda a unas ideas reconocibles pero con más matices, y sobre todo más agentes en juego. SMT3 es parco en texto, con pocas cinemáticas bastante separadas entre sí; para posicionarnos lo ideal es no solo escuchar a los tres líderes de las facciones sino también a los diferentes grupos alternativos que surgen e incluso a las versiones retorcidas de cada ideología que exhiben los demonios que las profesan. En el Tokyo postapocalíptico quedan algunos lugares reconocibles, pero resignificados: el centro financiero de Shibuya es ahora una discoteca, el ocio adulto de Kabukicho ha dado paso a una prisión, los comercios de Ikebukuro albergan ahora el culto a un violento dios… El Mundo Vórtice es hostil y el Semioscuro está siempre en medio de todos los problemas, así que pronto tendremos que aprender a luchar para sobrevivir.

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