El futuro de Assassin’s Creed

Tras demasiado tiempo manteniendo el silencio de radio en torno a una franquicia que lleva quince años siendo la encarnación de la filosofía Ubisoft y también su gallina de los huevos de oro, parece que el gigante dormido por fin despierta. Ya sea casualidad, homenaje sincero o estrategia trazada con tiralíneas, ha sido precisamente ese aniversario el que ha servido de excusa para un evento exclusivamente centrado en la saga en el que la compañía gala ha saltado al campo con todo: decir que hay novedades sería quedarse corto, y si hay una sensación que se quedaba en el paladar al finalizar la presentación era la esperanza, mezclada con una cierta incredulidad. Ante la miríada de rumores aparentemente contradictorios que han copado los titulares en los últimos meses Ubi ha respondido sí a todo, pero queda por ver si realmente serán capaces de mantener todos esos platos girando al mismo tiempo en el aire. Músculo no les falta, y desde luego tampoco necesidad.

La primera demostración y el primer golpe de efecto llegaban con Mirage, la entrega de sobremesa que precederá a Valhalla en 2023 y también, quizá por su proximidad en el tiempo, el título del que la compañía se ha animado a dar más datos concretos. El primero quizá sea el más ilusionante, aunque entiendo que aquí la cosa irá por barrios: si la ambientación elegida, Bagdad,y la estética de su protagonista, Basim Ibn Ishaq, recuerdan a la entrega original de 2007 es porque este Mirage planea ser no solo un homenaje a Altaïr y al génesis de la franquicia, sino un retorno a los orígenes con todas las consecuencias. Atrás quedan los escarceos con el action RPG de mundo abierto y el aroma a The Witcher, y lo mismo sucede con los cronómetros delirantes y los mapeados inabarcables. Mirage es, vuelve a ser, un juego de parkour y sigilo, una aventura de acción más contenida y lineal centrada en la narrativa y en el viaje de Basim hasta convertirse en un maestro asesino.

Conocimos más personajes, como una ex esclava llamada Roshan que tras ascender a lo más alto de la orden ejercerá de mentora de un protagonista que os suena porque respite desde la aventura vikinga: cronológicamente Mirage se sitúa en el siglo IX, apenas veinte años antes de los eventos de Valhalla, y amén de hacernos visitar los cuatro grandes distritos de bagdad encerrará otras sorpresas importantes en el legendarium de la franquicia, como la primera visita a Alamut, la cuna de los asesinos. Sin embargo, lo realmente prometedor es ese nuevo foco más contenido que promete pasmarse en la propia arquitectura, y en un rediseño de los sistemas de desplazamiento y ocultación que permita traer de vuelta el espíritu furiosamente emergente de una entrega original que quizá se adelantó a su tiempo: en mirage, prometen, habrá menos numeritos pero más posibilidades, y tanto el diseño en altura de los propios entornos como la recuperación de animaciones clásicas de su sistema original de parkour deberían convertir tanto el desplazamiento como el trazado de rutas de incursión y huida en herramientas creativas. De ahí que las misiones de asesinato estén concevidas como espacios de posibilidades sin una solución única establecida de antemano, una filosofía que se aplicará también a mecánicas más modernas que el juego también ha decidido incluir. Es el caso, por ejemplo, de Enkidu, un águila que obedecerá a la misma finalidad de reconocimiento y marcación de enemigos o recursos que en las tres últimas entregas, pero que tendrá que lidiar esta vez con obstáculos como arqueros que podrían interceptar su vuelo. ¿ Los eliminamos primero? ¿Nos arriesgamos a que delaten nuestra posición? ¿Cual es el plan?

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