
Es probable que, navegando sin rumbo por las redes sociales, te hayas topado en alguna ocasión con vistosas imágenes de videojuegos retro con una inconfundible estética anime de colores con fuerte contraste. Que las hayas visto en capturas de vídeos de citypop o vaporwave. Que alguien las retuitease y te las hayas encontrado sin que fueras a buscarlas. También es posible que te preguntes de donde salen esos juegos, por qué no los has visto nunca. Por qué siguen siendo míticos hoy. Y de eso vamos a hablar hoy, porque las posibilidades de que esos juegos sean de un ordenador de NEC, de los míticos series PC-8800 o PC-9800, son muy altas.
Pero antes de eso, tenemos que hablar de otra cosa. Hay que viajar en el tiempo. Al pasado. A principio de los ochenta. A una época en la que «miniaturización» era la palabra de moda y el auge económico, especialmente de Estados Unidos y Japón, llevó a un desarrollo de la informática absolutamente inesperado.
Antes de nada, es importante tener una cosa muy presente: hubo un tiempo en el que la informática era prohibitiva, tanto en términos monetarios como de espacio. Solo las universidades y los que trabajaban activamente en el campo podían permitirse tener un ordenador, o incluso tener acceso a uno, haciendo de la informática algo ignoto y poco común. Algo exclusivo, al menos hasta que, a finales de los setenta, con el desarrollo y coste de de los microprocesadores estabilizándose, los ordenadores más pequeños, eficientes y baratos se empezaron a vislumbrar como una posibilidad de mercado, haciendo así que, de cara a los ochenta, por fin se pudiese llevar la informática a las masas.