Son los pequeños detalles los que pueden hacer que Switch OLED valga la pena

A estas alturas, desde luego, todos sabemos bien lo que no es la Switch OLED. No hay potencia adicional, no hay nada para aprovechar los televisores 4K al jugar con el dock y no hay nada de lo que se asociaba con la idea de la Switch Pro. En lugar de ello tenemos una ligera renovación del hardware, tipo la 3DS XL pero puede que incluso un poco menos destacable, con el mismo tamaño y tan solo la pantalla de siete pulgadas, con unos marcos más finos, distanciándose del modelo actual.

Pero… ¡qué pantalla! No voy a emocionarme y a ignorar que, a día de hoy, no es precisamente tecnología puntera, pero desde luego es un claro paso adelante respecto a la Switch que tenemos actualmente. Siete pulgadas son mejores que 6.2, y los marcos más finos parecen incluso una diferencia más notable. Cuando la tienes en tus manos la pantalla es prácticamente todo lo que ves, lo cual hace maravillas para la inmersión (el sensor de luz que creaba una ligera intrusión en la Switch original se ha escondido muy bien en el modelo OLED, porque estuve ojeando y no pude encontrarlo en el breve tiempo que pasé usando la consola).

La pantalla OLED, claro, será para mucho la mejora más importante. Nintendo ha sido bastante selectiva y no solo no ha permitido que nuestros compañeros de Digital Foundry la prueben todavía, sino que tampoco han dejado a ningún medio hacer fotografías o vídeos de la máquina. Lo que sí os puedo decir, en cualquier caso, es que con la nueva pantalla destacan con mucha más vivacidad los verdes de Hyrule en Breath of the Wild, se aprecian negros muchísimo más profundos en Mario Kart 8 Deluxe y la paleta de Super Mario Odyssey se intensifica todavía más.

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