Terra Nil se interesa tanto por la construcción como por el desmantelamiento

Los juegos de construcción de ciudades suelen apostar por una idea de tabula rasa que se aleja por completo de los desafíos urbanísticos reales. Tanto en la malograda saga SimCity como en su sucesor natural, Cities: Skylines, partimos de entornos repletos de oportunidades y sin apenas limitaciones para desarrollar nuestras ideas. Terrenos planos, sin apenas accidentes geográficos y, por supuesto, sin preexistencias constructivas en torno a las que construir. Se suele decir que en estos juegos el límite es la imaginación; su base ideológica se sustenta sobre la idea turbocapitalista del crecimiento continuo y tan solo cuando se acaba el espacio libre (o el dinero) finaliza la partida, dejando atrás una ciudad con mayor o menor éxito.

Terra Nil, el nuevo juego del estudio indie Free Lives (Broforce), da un giro a esta premisa al plantear un juego sobre construir ciudades, pero también sobre desmantelarlas. No construimos en entornos ideales, sino en una serie de terrenos baldíos que debemos recuperar mediante la instalación de unas tecnologías milagrosas capaces de restablecer la fauna y la flora. Los recursos son limitados, así que cada movimiento tiene que estar medido para aprovechar al máximo cada metro cuadrado disponible, pero además tenemos un condicionante clave: la única manera de finalizar cada nivel es eliminando todas las construcciones mediante un sistema de transporte que conduzca todos los residuos hacia un mismo lugar.

Cada uno de los cuatro niveles (generados aleatoriamente y con una variante más difícil desbloqueable) tiene una estructura manera similar: introducimos fuentes de energía renovables, en torno a ellas se ubican instalaciones para limpiar la tierra y el agua, sembramos el terreno fértil y a partir de ahí empezamos a dinamizar el ambiente con nueva maquinaria capaz de cambiar las condiciones ambientales (humedad o temperatura) hasta culminar con la aparición de animales y plantas más complejos. Una vez hemos cumplido nuestro propósito, debemos reciclar todo lo que hemos colocado para no dejar rastro de nuestra presencia.

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