Un cooperativo al estilo de Left 4 Dead es quizá lo último que habríamos esperado hace unos años de Remedy, estudio finlandés que en sus casi tres décadas de historia ha destacado sobre todo por shooters para un jugador como Max Payne, Alan Wake, Quantum Break o Control. Este último juego sirvió de base para la creación de un universo compartido entre los títulos del estudio y estableció un marco en el que tienen cabida propuestas separadas de los títulos principales, como el juego que nos ocupa. Pese a poder permitírselo en un título más experimental, Remedy no ha querido lanzarse de cabeza a la piscina de los multijugador, optando por un proyecto de escala reducida al que le pesa precisamente la falta de ambición.