Análisis de Alien: Isolation

Igual es un poco pronto para empezar a repetirme en las introducciones, pero que me dejen en la colonia de Hadley´s Hope armado únicamente con una navaja suiza si hoy no viene al caso. Las buenas premisas son imperecederas. Porque de qué otro modo se puede calificar Alien si no: un horror espacial, de origen insondable y aspecto incomprensible, imparable, que se reproduce parasitando en el interior de cualquier incauto que se acerque a sus huevos y que, por si todo lo anterior fuera poco, posee ácido por sangre. El terror cósmico encarnado. El aviso a la humanidad de que, quizá, el Universo es ese abismo al que si miramos puede devolvernos la mirada en forma de aniquilador implacable. Y todo esto mezclado con la avaricia, el terror, el instinto de supervivencia y las relaciones humanas.

Por todo esto y mucho más, la saga Alien no se merecía espantos como Aliens: Colonial Marines y sí una carta de amor a la obra original como la que desarrolló el estudio británico The Creative Assembly allá por 2014 y que hoy, gracias a Feral Entertainment, vuelve a primera plana de actualidad por ver la luz en Nintendo Switch gracias a un port que, digámoslo desde el principio, es una auténtica delicia que respeta todos los aspectos de uno de los mejores juegos de esta generación. Y no solo eso, sino que además es capaz de mirarle a la cara sin despeinarse a la versión de PlayStation 4, con un frame-rate estable a 30FPS jugando en modo portátil o modo dock e incluyendo todos los DLCs. Poca broma, que aquí hay xenomorfo para rato.

Y es que desde el mismísimo momento en el que iniciamos el juego Alien: Isolation demuestra que va a por todas. Basta ver cómo presenta a las compañías implicadas para saber que la cosa marcha: oír la fanfarria que acompaña a la presentación de la 20th Century Fox de forma distorsionada, con un vídeo acorde y que recuerda a las transmisiones llenas de estática que se veían en el film original, es toda una declaración de intenciones que se refuerza con la aparición del logo de la propia Creative Assembly en una suerte de fósforo verde de los monitores de antaño. Todo esto desemboca en un menú de inicio tan minimalista y elegante como ya lo eran los títulos de crédito iniciales de Alien, con esas letras que, de forma sosegada y siguiendo el ritmo de la banda sonora, iban revelando el título de la película.

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