En el mundo musical se suelen mezclar muchos estilos para crear géneros nuevos. Siempre hay un pionero que está dispuesto a juntar dos formas de entender la música – que pueden o no estar contrapuestas – para crear algo nuevo, fresco y digno de ser explorado. Así han surgido sonidos como el Ska, el Thrashened Black Metal (o Blackened Thrash Metal, dependiendo de si os gusta mas la velocidad o pintaros la cara como un ghoul y cantar como un ganso atragantado) o el Stoner Rock (aquí también mezclan la música pero con elementos exógenos, como los cigarritos de la risa). Como decía, en el mundo de la música se suelen mezclar estilos para crear géneros nuevos. En el mundo del videojuego, algo menos.
Por eso Disintegration, la apuesta de V1 Interactive, es un título tan llamativo. Y es que el estudio de Marcus Lehto, co-creador de la saga HALO, decidió ir a por todas en su primer proyecto, creando un título que maridase el FPS y elementos de la estrategia en tiempo real. De si lo consigue va a tratar este texto, Jefe Maestro mediante, pero antes vamos a poner un poco de contexto al asunto, como siempre.
Pero bien poco, la verdad, porque al poco de seleccionar el inicio de la campaña para un jugador nos da la bienvenida una cutscene en la que nuestro héroe, Romer Shoal, se encuentra encarcelado por los Rayonne. El líder de los mismos, y que hará las veces de nuestro antagonista, le ofrece unirse a su facción o terminar sus días vendido por piezas. No tendremos mucho tiempo para reflexionar puesto que, justo al finalizar su jugosa oferta, se desata el caos sobre la prisión y Romer consigue escapar junto a unos cuantos bandoleros. Tras una larga travesía, Romer y sus nuevos aliados se encuentran con Waggoner, quien no sólo les ofrece refugio sino armas y una causa: unirse a la resistencia frente a los Rayonne. Si llegados a este punto os estáis preguntando quiénes son toda esta gente y qué hacen en sus respectivos lugares, enhorabuena, yo también pensaba lo mismo al comenzar Disintegration. No es ningún secreto que me gustan los juegos – especialmente los FPS/shooters – descerebrados, autoconscientes y cuyo argumento cabe en una servilleta de bar doblada dos veces. Ahora bien, si después de la escena introductoria estoy aún más descolocado que antes de empezar es que la estructura narrativa no está muy bien calibrada. No obstante, aquí no somos de echarnos atrás ante los retos y con excusas más peregrinas nos hemos pelado a más gente que el Punisher, así que venga, al lío.