
La nomenclatura «Director’s Cut» parece estar de moda en las oficinas de marketing de Sony: primero la versión de PlayStation 5 de Death Stranding – un poco, parece ser, a regañadientes de Kojima – y luego la expansión de Ghost of Tsushima han recibido recientemente este sobrenombre. Se ha hablado mucho sobre la manera en la que las versiones extendidas de videojuegos no terminan de tener exactamente los mismos propósitos que las versiones de director del cine; un argumento que, aunque comparto, tengo que dejar a un lado en esta ocasión. A Ghost of Tsushima, un juego tan evidentemente cinematográfico, con las miras tan puestas en las películas de samuráis, el calificativo le queda, de hecho, bastante bien.
No sé si merece la pena detallar la inspiración del juego en algunas de las obras más grandes de Akira Kurosawa, o la manera en la que el juego sorprende por ser un desarrollo occidental que, de alguna manera, guarda un respeto y un conocimiento tan profundo del folclore que utiliza como ambientación que ha sido capaz de encandilar incluso a los propios japoneses. De esto ya hablé en el análisis original y vosotros, si tenéis las miras puestas en esta nueva versión del juego, seguramente también habéis leído ya en múltiples ocasiones. Sí me gustaría señalar, eso sí, que si algo demuestra este Director’s Cut es que Ghost of Tsushima no fue una gloria de un día: que, seáis jugadores nuevos o que vuelven después de un año, hay todavía mucho que apreciar y que descubrir en él.
El retorno a Tsushima, eso sí, es un poco extraño. Especialmente si hablamos de las versiones de nueva generación. En PlayStation 5 el juego muestra mejores texturas, fluidez en la tasa de fotogramas y algunos nuevos detalles y texturas; es, con todo, uno de los saltos generacionales quizás menos impresionantes que hemos visto hasta la fecha. No digo esto como algo negativo: es que el juego original ya rendía y se veía de manera espectacular, y mejorar lo que fue, a todas luces, uno de los despliegues técnicos más punteros de la última generación de consolas no era tarea fácil. Apreciamos los tiempos de carga más rápidos – antes ya eran casi inexistentes – y determinados detalles de partículas, iluminación y distancia de dibujado que sí han aumentado considerablemente, pero en esencia el nos da la sensación de que el juego luce increíble porque, en realidad, siempre lo hizo.