Análisis de Shadow Labyrinth – Aunque tiene alma de Pac-man, este comecocos quiere ser un Señor metroidvania

Si le damos tantas vueltas a por qué hay tantas etiquetas, géneros y denominaciones es porque, en realidad, nos gusta que los desarrolladores las desafíen, enreden con ellas y, a fin de cuentas, nos sorprendan con sus creaciones. No siempre es así, claro está, pero incluso en aquellos casos en los que el intento es fallido hay que saber apreciar el esfuerzo. Ahora bien, cuestión muy diferente es cuál debería ser el punto de partida para aquellos que deseen desdibujar sus en ocasiones encorsetados límites. ¿Deberían poseer un conocimiento enciclopédico aquellos desarrolladores que pretendan innovar o sería suficiente con mostrar desparpajo e inventiva sin igual? Yendo más lejos, incluso, ¿tendría que ser un descendiente del linaje de los Belmont todo aquél que quiera desarrollar un nuevo Castlevania? ¿una rana, si quiere reverdecer la saga Frogger?

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