Análisis de Shredders – Un juego con buena base lastrado por su falta de medios

Hay mucho mundo fuera del fútbol o baloncesto en nuestro medio. Empezando por el fútbol americano, siguiendo por el golf y llegando a juegos de béisbol y otros deportes más minoritarios, los videojuegos han sido desde siempre proclives a dar cabida a todo tipo de disciplinas. Y con razón: plantear juegos con reglas, puntuaciones, ganadores y perdedores es una receta aplicable a ambos; y la versatilidad que da trasladar a lo digital el deporte para extraer un producto competente y exitoso es tal, que hemos podido ver incluso fusiones de coches con futbito sin que parezcan la ensoñación de alguien a quien le gusta más dormir de día que de noche.

Todos estos ejemplos han tenido altos y bajos. El skateboarding tuvo una época especialmente brillante en los noventa y dos mil, pero la última década no ha sido especialmente benevolente con él, y solo la aparición en los últimos años de juegos como el remake de Tony Hawk o el reciente OlliOlli World han conseguido devolverle a un puesto destacado en las listas. Otros, como las motos de agua del mítico Wave Race 64 o el snowboarding del aún más mítico 1080º Snowboarding, han ido desapareciendo progresivamente, condenados a formar parte de batiburrillos en los que rara vez brillaban con luz propia. Shredders viene a intentar cambiar esto, y a devolver al último de los deportes citados a la luz de los focos; pero su carácter de juego indie acaba convirtiendo un propósito noble en una experiencia de muy corto recorrido.

Empecemos por lo bueno, y es su sistema de control. Hay una cosa muy admirable del esfuerzo de I-Illusions por trasladar el deporte de nieve a PC y Xbox, y es la manera en la que responde la tabla. No me refiero sólo a la sensación de deslizarse montaña abajo, si no también a lo acertado que se siente todo: los grinds en las barandillas son extremadamente físicos, los derrapes son suaves o bruscos dependiendo de nuestras necesidades, y los aterrizajes hacen un esfuerzo consciente para no dejarnos nunca vendidos. Esta es posiblemente mi parte favorita del control: donde otros juegos son deliberadamente opacos a la hora de enseñarnos cuándo podemos acabar un truco y cuándo vamos a comer suelo, Shredders es extraordinariamente claro en todo ello, haciendo que sean muy pocas las ocasiones en las que nos vayamos a la nieve pensando que no ha sido culpa nuestra.

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