A pesar de ser una compañía que ha tocado, a lo largo de su historia, varios y diversos géneros, hay algo en cada juego de Level-5 que es particularmente característico, un tono y una estética común, que subyacen a todo lo demás. En todas sus sagas más populares, tanto en Profesor Layton como en Yo-Kai Watch o Inazuma Eleven, existe esa mezcla de apartado visual más tirando al anime – al shōnen, en concreto – que junta las aventuras épicas con diseños de personaje más bien tiernos y con escenas y situaciones que son memorables por su vis cómica.
El título que nos ocupa hoy no es una entrega más de ninguno de estas sagas, a pesar de que, por varios de sus elementos, bien podría serlo. Snack World: de mazmorra en mazmorra es lo que Level 5 define como «un roguelike RPG», y tiene detrás de sí una situación bastante peculiar. Un port para Nintendo Switch de un juego que originalmente salió para Nintendo 3DS en Japón, en el año 2017. Nunca salió de sus fronteras y ahora, tres años más tarde, recibimos en occidente esta «versión oro», como reza su subtítulo, que no es sino el título original con mejoras gráficas para adaptarlo a la híbrida y alguna que otra expansión de contenido. El cambio está trabajado, la verdad, y destaca sobre todo la interfaz, que sabe suplir a la perfección la ausencia de una segunda pantalla colocando toda la información que necesitamos, como el mapa, de una manera muy cómoda, esta vez ocupando los laterales.
Pero es cierto que la primera sensación cuando nos acercamos al juego es de extrañeza. La estética, una conjunción de muñecos cabezones y bordes y fondos suavizados, sigue quedándose un poco fuera de lugar dentro de una consola más potente. Es verdad que los escenarios sencillos y escasamente detallados y las mazmorras apenas vacías tenían algún que otro sentido en la portátil, pero cuando enchufamos el juego a la tele no podemos evitar verlo algo desangelado.