Ser el elegido no es fácil. Si entendemos la industria del videojuego como una galaxia muy muy lejana y los coqueteos con el free to play como su particular lado oscuro creo que es razonable asumir que Star Wars Jedi: Fallen Order partía con ese papel, el de traer el equilibrio a la fuerza haciendo doblar la rodilla a los señores oscuros de la monetización. Sus armas eran la honestidad, la acción directa y una campaña para un jugador como las de antes, con un principio, un final, y una prodigiosa ausencia de pamplinas por el camino: en Fallen Order no hay cartitas, no hay bailes, no hay cajas que caigan del cielo y nos pidan el número de la Visa. Por no haber, el juego ni siquiera contempla en sus planes la publicación de ningún tipo de DLC, y ante semejante anomalía, ante ese grito de millones de voces encorbatadas que solo daba paso a un solemne y prometedor silencio, lo natural era lanzar las campanas al vuelo. A fin de cuentas su ascendencia era inmejorable: si vamos a hablar de midiclorianos, Respawn bien podría ser uno de los estudios que puedan presumir de un mejor recuento en la generación que nos deja.
El chico prometía, claro que sí, pero la responsabilidad era enorme, y en algún momento pesó demasiado y el chico empezó a sentir miedo. Y ya sabéis lo que dicen del miedo. Afortunadamente el maestro Yoda se encargó de explicarlo todo de sobra.
Quizá también fuera ese mismo miedo el que le impulsó a unirse a la rebelión, acentuando con un sonoro golpe en el pecho cada una de sus proclamas a favor del común de los jugadores. Un desfile de gestos sin duda de agradecer que sería tentador confundir con verdaderos principios, aunque a la vista del resultado se hace difícil no ser un poquito más cínico: Fallen Order no nos pide dinero en ningún momento, esto es cierto, pero si no lo hace es porque está desesperado por caerte bien. Porque quiere encajar, porque se desvive por gustarle a todos, porque quiere ser ese chiquillo risueño con pinta de no haber roto un plato en la vida al que solo le interesa ganar la carrera de vainas. Y como entonces, como sucediera con Anakin, es relativamente sencillo ver que algo falla desde el principio.