Análisis de Tales of Arise – Un Tales para las masas

«La llama de la revolución empieza con una chispa, y lleva consigo las esperanzas y sueños de los oprimidos con el fuego convertido en incendio»

Podría haber sido una cita de Lenin. De hecho estuvo cerca de serlo, porque allá por 1900, antes incluso de adoptar su nombre revolucionario, el joven Vladimir Ilych Ulyanov fundaba Iskra, «La Chispa», un periódico de tirada modesta que con el tiempo se convertiría en una pieza esencial del naciente movimiento emancipador ruso, basándose en este mismo precepto: las acciones individuales pueden alimentar la hoguera de la revolución. Incluso confieso haber estado tentado de jugar a atribuirle el discurso y sentarme a esperar que alguien protestase airado por incluir ese tipo de referencias en el análisis de un JRPG de hechiceros, espadachines y cristales de colores. Hubiera sido divertido: la cita, de hecho, es una transcripción literal de uno de los árboles de habilidades del juego, concretamente el que lleva por título «chispa insurrecta» y proporciona un bonificador de defensa +10. Los videojuegos no son políticos, ya sabéis.

Tales of Arise desde luego lo es, le pese a quien le pese, y creo importante aclararlo desde el principio porque bien podría levantar ampollas. Probablemente lo haga entre quienes insisten en ver este medio como una nadería aséptica que debería ignorar el mundo que le rodea, y sobre todo entre quienes no le perdonen tomar partido. No es ninguna novedad que la saga aproveche los preceptos del shonen -y casi todos sus lugares comunes- para soltar unas cuantas cargas de profundidad y hablar de cosas muy serias, pero quizá sí que se moje tanto, que se posicione de manera tan apasionada, tan literal, incluso habrá quien diga que tan partidista; que hable de manera directa y sin sonrojarse de oprimidos y opresores, de lucha de clases, de romper cadenas, derribar muros y hacer la revolución. Que se atreva, en definitiva, a ser incendiario. Tampoco me extrañaría ver aspavientos, puños muy apretados y acusaciones de vender el género a la propaganda woke, los social justice warriors, la dictadura progre o el hombre del saco en persona. De estos habrá unos cuantos, e irán tan errados como de costumbre: por intención, por referentes y sobre todo por esa retórica tan descarnada, tan militante, tan poco dispuesta a hacer prisioneros o a buscar eufemismos, el discurso de Tales of Arise es tan moderno como el de El Capital, como el de La Conquista del Pan. Como el de cualquier otro escrito que haya animado a los desposeídos a levantarse.

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