Análisis de Trigger Witch – Un Twin Witch Shooter, cuqui, sangriento y aventurero

Es muy complicado destacar en un mercado tan competitivo como el de los videojuegos, queridos lectores. En el hipotético caso de partir de una base sólida, a nuestra diestra surgirán media docena de títulos cuyo apartado técnico dejará con la boca abierta al público y por la siniestra nos intentarán adelantar otros tantos con unas mecánicas impecables. Es por eso que, visto el panorama y en no pocas ocasiones, la proverbial bombilla de las ideas se prende – como la weá – gracias a una chispa que incluye ingenio, familiaridad y dinámicas cuya solvencia está probada más allá de toda duda razonable. Por supuesto, parte del espíritu aventurero de quien explora nuevos géneros, mecánicas y estilos se queda por el camino pero, a cambio, es posible que nos llevemos agradables – y divertidas – sorpresas. A estas alturas, mi siempre avispada audiencia sabrá por dónde van los tiros de Trigger Witch.

Desarrollado por Rainbite, Trigger Witch nos pone en la piel de Collette, una estudiante de brujería del Reino de Evertonia. Pero que no os engañe su estatus de aprendiz, porque pese a no haberse graduado formalmente – cosa que haremos en los primeros compases del juego -, su magia tiene gran potencia, concretamente la del plomo caliente que escupirán las armas que siempre la acompañan. Y es que desde que un misterioso portal empezó a arrojar armas de fuego al Reino de Evertonia, las brujas comenzaron a dejar de lado la hechicería más tradicional para centrarse en menesteres más tácticos como conjurar balas para sus cargadores vacíos o afinar su puntería. Pero claro, el Reino Goblin vecino también quería acceder a su cuota de armas y a las brujas no les quedó más remedio que dividir ambas regiones con una barrera mágica infranqueable. Eso fue entonces, pero ahora es la hora de que Collette se gradúe y lo celebre… o al menos eso cree ella, porque un misterioso hechicero ha conseguido cruzar la barrera que separa ambos reinos y la frágil paz parece tambalearse mientras suenan truenos y chiptunes.

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