Aún con sus peros, The Ancient Gods Part 2 es un juguetón broche de oro para Doom Eternal

DOOM ETERNAL fue una de las cumbres del 2020. Brutal, exigente, vertiginoso… solo una sucesión inabarcable de adjetivos podría hacer justicia a un título que es, en esencia, la versión desatada de DOOM (2016). Sin embargo, el final de la entrega principal era un punto y seguido que anticipaba más glory kills, más escopetazos y la tercera venida del DoomSlayer en forma de DLC. Lo que nadie se esperaba, ni por lo más remoto, era que para seguir deshilvanando la madeja de la historia tendríamos que afrontar un desafío como el de la primera parte de ese DLC, The Ancient Gods. Incorporando nuevos enemigos, multiplicando el número de los ya existentes y, en general, poniéndonos entre la espada y la pared desde que el balón echaba a rodar, The Ancient Gods Part 1 es uno de esos DLCs que dejan huella. En forma de moratón, pero huella al fin y al cabo. Eso sí, tras la dura pugna con los mil y un demonios que nos salían al paso, su tramo final nos recompensaba con una escena que nos ponía los dientes bien largos y hacía que preparásemos, con todas las ganas del mundo, nuestra escopeta en anticipación al final de la saga.

Eso era entonces y ahora la espera ha terminado. Así que pocas incógnitas quedan por despejar, estando entre ellas el número de veces que empaparemos nuestra motosierra con sangre de engendro demoníaco o si la conclusión de las alegres, edificantes y coloridas aventuras del DoomSlayer estará a la altura de los anteriores eventos.

La respuesta a la primera de esas incógnitas es fácil: nos pasaremos por las cadenas de nuestra fiel motosierra a un montón de bichos así que, en ese aspecto, todo sigue en orden. Cuestión algo más compleja es la segunda pregunta, que necesitará de algo más de elaboración para llegar a una conclusión satisfactoria. Siguiendo el ejemplo de la primera parte de esta adenda a la campaña principal, The Ancient Gods Part 2 abre fuego en una pequeña área en la que descubriremos que todo nuestro equipamiento sigue al máximo y un puñado de zombies pululan por la zona sin más propósito que el de servir de objetivos móviles para desoxidarnos un poco. Sin embargo, pronto comienzan las diferencias. Esta segunda entrega tarda bien poco en hacer gala de un espíritu bastante más juguetón y desenfadado en ciertos aspectos jugables al introducir variables en las mecánicas de movimiento. El gancho de la escopeta de dos cañones es ahora más versátil que nunca, facilitándonos la posibilidad de anclarlo a estructuras que sólo Hugo Martin sabe qué deidades las dejaron flotando en el aire y que, junto al impulso y doble salto, nos facilitarán acceso a lugares inaccesibles… y a mayor movilidad en el combate, porque dichas estructuras harán acto de presencia en las ya familiares arenas donde las nuevas incorporaciones estarán esperándonos con los brazos abiertos.

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