No quiero gafarlo, pero creo que actualmente estamos viviendo una especie de edad de oro para los juegos de rallies. Codemasters lo está haciendo estupendamente bien con Dirt Rally y su secuela, Kylotonn se ha convertido en serio contendiente con WRC 8 y, viniendo por la izquierda ahora tenemos esto: art of rally (la minúscula es intencional, por si te preguntabas si se había estropeado mi teclado), un juego de carreras con perspectiva isométrica que recoge las bases de clásicos de Neo Geo como Thrash Rally y añade un poco más de sustancia.
Puede que te resulte familiar el estilo de Absolute Drift, el anterior juego de Funkselektor publicado en 2015, con esa especie de estética pastel que se adaptaba de forma brillante a la representación que hicieron los desarrolladores de la cultura japonesa de los coches, y que vuelve a funcionar genial en esta visión del rally clásico de los setentas, ochentas y noventas. Parece un elegante póster de un periodo clásico, y en movimiento luce con elegancia de un arcade mítico.
Es una visión distinta de este deporte, con algunas restricciones en su desarrollo – puesto que es el trabajo de un único creador de Vancouver, el entusiasta de los rallies Dune Casu – que aportan un sabor propio. No hay instrucciones por parte de un copiloto ni tampoco señales en las curvas, porque el propio Casu admite que lo primero supone demasiado trabajo en términos de localización y lo segundo es mejor que tener señales implementadas de forma torpe. En su lugar, lo que tienes que hacer es leer la carretera que tienes por delante. Para esto ayuda, y mucho, la vista cenital y una cámara inteligente que se aleja sutilmente cuando te acercas a las curvas.