Super Mario y la carrera de Nintendo por la evolución de las plataformas 3D

Nintendo anunció hace unos días Super Mario 3D All-Stars, un recopilatorio para Switch que incluye un tríptico formado por Super Mario 64, Super Mario Sunshine y Super Mario Galaxy. Es una oportunidad de oro para volver a jugar, o incluso redescubrir, tres títulos definitorios que, cada uno a su propia manera, y con una evolución francamente natural entre ellos, establecieron cómo debía ser todo un género, el de las plataformas, en su salto a las tres dimensiones. En este artículo varios miembros de la redacción rememoran estos tres grandes juegos, recordando por qué fueron especiales en su lanzamiento, su influencia con el paso del tiempo y por qué a día de hoy siguen siendo clásicos imperecederos.

Regresar en septiembre de 2020 a las catacumbas, las montañas nevadas y las praderas poligonales de Super Mario 64 es un ejercicio interesante, y no solo porque recuperar juegos excepcionalmente bien diseñados siempre lo sea. También se hace complicado escribir sobre él, o al menos hacerlo sin que suene a lluvia sobre mojado: quedan muy pocas cosas por decir sobre un juego tan seminal, tan influyente, sobre una de esas revoluciones que realmente merecen un adjetivo tan irresponsablemente gastado. Hay un motivo por el que todos recordamos de manera más o menos vívida nuestro primer contacto con él (el mio fue, creo haberlo contado ya por aquí, en un expositor de un Wallmart durante un viaje a Estados Unidos; hicieron falta unos cuantos monitores para sacarme de allí), el mismo que nos hace reconstruir de memoria el camino hacia esa primera estrella: no todos los días se presencia el nacimiento del videojuego moderno. Todo lo que hoy conocemos ya estaba allí.

Quizá faltaran a la cita algunas tendencias recientes, como los minimapas repletos de distracciones o la obsesión por los mundos abiertos, aunque ese castillo central que estructuraba nuestro progreso o su manera de hacer explotar el concepto de objetivo ya encerraban un par de lecciones sobre todo esto. En el universo Mario la princesa siempre está en otro castillo, pero en Super Mario 64, y aquí radica su audacia y su atrevimiento, este no siempre es el final del camino. Super Mario 64 ya no trata solo de avanzar, de superar obstáculos, de enfrentarse a sus mundos y sobrevivir; Super Mario 64 trata de habitarlos. De bordar ese salto que nos permita enlazar un par de plataformas con los reflejos al límite, sí, pero también de perderse, de descubrir y de investigar, de competir en carreras contra pingüinos o de librar combates de sumo en lo más alto de una montaña. Super Mario 64 era la libertad.

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