Tiendo a recibir caras extrañas y sorpresa cuando digo que uno de los juegos que recuerdo con más cariño en mi infancia es Los Sims 2 para Nintendo DS. Creo que sería más o menos razonable que cualquier millennial considerase la versión original para PC – con su consecuente boom social y de marketing – como un juego importante en sus años de desarrollo. Pero este pequeño port para la portátil de Nintendo, a todas luces pareciendo una versión rebajada de lo que conseguían la versión «de verdad», no suele despertar muchísima confianza entre aquellos que no lo han jugado. Aun así, recuerdo con sorpresa sumergirme en su mundo una y otra vez; en retrospectiva, creo que es un caso extraño de diversificación de una IP en alza que, por motivos desconocidos, acabó volviéndose una experiencia experimental y alocada en esta iteración.
Tendremos que comprobar si mis recuerdos no me mienten.
Desafortunadamente, el día que se me ocurre la idea de volver a jugar este juego no lo tengo en mi posesión. Por si queréis la anécdota, perdí la funda en la que lo guardaba en un viaje de vuelta de unas vacaciones y nunca más volvió a aparecer. Lo que sí que tengo es una amiga que me hace detenerme delante del escaparate de una tienda de segunda mano para mirar esa Nintendo DS color verde lima tan bonita. Le comento que las colecciono – al fin y al cabo, la nostalgia es la nostalgia, y la Nintendo DS es fácilmente mi consola favorita – pero que no tengo ese modelo en específico. Le bastan un par de segundos para convencerme de entrar y llevármela.