Análisis de Vampire: The Masquerade – Bloodhunt – Un juego con ideas novedosas, pero que no acaba de destacar

Lo más difícil de contar una historia de vampiros es transmitir lo que supone ser uno. El poder. La paranoia. El aburrimiento. La angustia. Ser un ente inmortal que en algún momento no lo fue, que ha visto morir a infinidad de personas, muchas entre sus dientes, que vaga por la noche eternamente, solo o peor que solo: solo con otros como él. Monstruos de un poder incalculable y, sin embargo, extremadamente frágiles si se conoce su condición — débiles entre sí, fuertes contra los humanos, pero solo en cuanto permanecen ignorantes. Por eso los buenos videojuegos de vampiros no abundan, porque para transmitir esa idea de alienación es necesario crear un frustrante equilibrio entre ser todopoderoso y ser extremadamente frágil; de algún modo, todavía humano.

Vampire: The Masquerade – Bloodhunt es un battle royale ambientado en el mundo de Vampiro: La Mascarada. Esto es importante, ya que define todas las nociones de qué nos cabe esperar del mismo, porque si bien es un battle royale, y es uno canónico, el hecho de que los personajes sean vampiros, y sean específicamente los vampiros de este mundo, hace que el juego tenga unas particularidades y una sensibilidad que lo hace bastante diferente al grueso de títulos del género que hay hoy en el mercado. Precisamente, lo que señalábamos al principio: que son vampiros muy humanos.

Para empezar, todo en el juego se basa en el lore de este mundo. Los vampiros existen y se ocultan de los humanos bajo una ley conocida como la mascarada, que condena a muerte a cualquier vampiro que exponga la existencia de los de su clase entre los humanos, ya sea intencional o accidentalmente. Partiendo de esa idea, el descubrimiento por parte de una serie de humanos de la existencia de los vampiros ha llevado a la ciudad de Praga al caos. Hay un vacío de poder en la ciudad: un grupo de cazadores de vampiros conocidos como La Entidad han decidido acabar de una vez por todas con la especie, y los vampiros han decidido que nada de eso les va a impedir atajar sus diferencias de la manera más expeditiva posible.

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