Warhammer 40,000: Space Marine II está plagado de momentos que demuestran que Saber Interactive no le tiene ningún miedo al éxito. Algunos profundizan en el lore de un universo en el que sólo hay guerra – señalando, ni que sea de forma indirecta, que la gloria y la épica duran lo que se tarda en pasar de una contienda a otra. O sea, un suspiro -, otros construyen, de forma cuidadosa, marcos inigualables mientras hordas enemigas nos asaltan sin piedad y otros, simple y llanamente, dejan que desatemos nuestra furia astarte sobre grupos de enemigos que no tienen ni la más remota idea de la que se les viene encima. Y, además, todos ellos tienen un denominador común: aportar su grano de arena para conseguir que Space Marine II sea un juego divertido a más no poder.
A este propósito ayuda, y mucho, una introducción que no deja de pisar el acelerador y que, además, sirve para asentar con firmeza el tono y ritmo de esta segunda entrega de la saga de nuestro Ultramarine favorito, Demetrian Titus. Un tono en el que tanto el ahora Teniente Titus como sus hermanos de batalla aportan algo de color a los siniestros entornos en los que reina la desolación y la muerte que los tiránidos dejan a su paso. Ninguna estructura, ningún corredor queda intacto tras el paso de este implacable enjambre de cucarachas espaciales.
Y son estructuras colosales. Se nota que Saber Interactive conoce a fondo el material de referencia y alterna, con inteligencia, exteriores y construcciones de gargantuescas proporciones con claustrofóbicos interiores que arrojan una pobre iluminación y aún menos margen de maniobra. Ahora bien, es cuando abandonamos el plano general y nuestra vista se centra en el detalle cuando Space Marine II sabe lucir su impecable hoja de servicios. Si bien las escenografías están repletas de exquisitos detalles que no hacen sino elevar el conjunto, donde Saber echa el resto es en la inagotable cantidad de modelados que veremos en pantalla. Empezando por Titus, claro. Las texturas de su armadura, las reliquias que certifican su trayectoria o cualquiera de sus animaciones son de una calidad apabullante que se hace extensiva – aunque, en algunos casos, en menor medida – a sus compañeros de escuadra o los enemigos que probarán el filo de nuestra espada sierra.