Avance de Avatar: Frontiers of Pandora

Pese a recaudar 2.320 millones de dólares y haberse convertido, para sorpresa de casi nadie, en el mayor éxito en el box office post pandemia y en la tercera cinta más taquillera de todos los tiempos, el consenso en la calle es que Avatar: The Way of Water no gustó. La esperadísima secuela de la cinta original de Cameron, un retelling de manual de una historia que a su vez ya levantó cejas en su día por inspirarse demasiado en clásicos como Tarzán o Pocahontas, parecía ofrecer el faraónico despliegue técnico marca de la casa, por descontado, pero también una continuación de las aventuras de Jake Sully y demás familia (literalmente) que sonaba a ya vista y echaba de menos la misma pegada en lo emocional. Y era larga, muy larga. Tres horas y doce minutos de cabriolas acuáticas y conversaciones con ballenas que se le atragantaron a una mayoría del respetable, la que en el fondo viene a que le cuenten otra de helicópteros e indígenas con metralletas aunque no quiera reconocerlo. “Es que es muy lenta, no pasa nada”, decían, y eso es precisamente lo que me conquistó: que en Avatar 2, en efecto, no pasa nada.

O al menos durante gran parte de su metraje, esa hora y media larga central que vuelve a hacer trascender la peli desde la mera refriega galáctico colonial a un nuevo artefacto épico construido en torno a Pandora, la verdadera protagonista y lo único que importa aquí. Porque sí, en esa hora y media suceden pocas cosas relacionadas con tiros, con explosiones y con que nadie persiga a nadie, y la mediocre peli de aventuras que encierra The Way of Water deja paso a otra cinta con la que convive y cuya belleza llega a sobrecoger: el documental de National Geographic sobre un mundo alienígena absolutamente desconocido.

De ahí que esa larguísima secuencia de descubrimiento y aprendizaje, ese punto y aparte en el que unos Na’vi fuera de su elemento han de aprender y hacer suyo ese camino del agua sea difícil de vender, pero también a mi juicio la clave del éxito y el corazón auténtico de la franquicia: pelis de marines espaciales hay muchas, maneras de viajar casi físicamente a un planeta que no es La Tierra quizá no tantas. Y por eso le tenía miedo a este Frontiers of Pandora: Ubisoft, mundo abierto, de nuevo indígenas con metralletas… Aunque las intenciones fueran inmejorables, no era ninguna locura esperar un Far Cry del espacio y una skin frondosa y azul para el sandbox de vehículos, tiros, fauna enloquecida y sigilo light que ya hemos jugado mil veces. Algo de eso hay, y lo comentaremos en breve, pero amigos, vengo con noticias inmejorables: a lo largo de la primera hora de las dos que componían la sesión de prueba, y por tanto de dos de las cuatro misiones principales a las que tuvimos acceso, nadie pegó un solo tiro.

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