
La fórmula básica de Disgaea apenas se ha alterado en casi dos décadas: combates tácticos por turnos, números disparatados y mucho humor. Nippon Ichi ha sido tan reticente a los cambios que en su paso a PS3 con Disgaea 3 mantuvo las texturas en baja definición de entregas anteriores, y en general ha sido muy cuidadosa a la hora de sumar o quitar mecánicas para dar más posibilidades a sus maravillosos sistemas. Por este motivo resultó toda una sorpresa saber que para D6 iban a dar un salto a las 3D, aunque viendo el resultado, quizá hubiese sido mejor haber apostado de nuevo por ser conservadores.
Disgaea 6: Defiance of Destiny está protagonizado por Zed, un zombie corriente que se ha sometido a un poderoso hechizo de Super Reencarnación para aumentar su poder a base de luchar contra numerosos enemigos hasta morir y volver a empezar. Su objetivo: tumbar al Dios de la Destrucción, una entidad con un gran poder que aparece en diversas dimensiones para eliminar todo lo que existe. Por el camino irá conociendo a variopintos personajes que se irán sumando a su grupo (de forma más o menos voluntaria) para lograr la hazaña.
La primera en la frente: tanto el argumento como el casting de personajes de Disgaea 6 son, desde mi punto de vista, los menos inspirados de toda la saga. En entregas recientes los secundarios han crecido en cantidad, en ocasiones con tramas que quedaban diluidas frente a los personajes que claramente llevaban la voz cantante, pero aquí falla incluso el protagonista: Zed tiene muy poco carisma y gran parte de su trama ni siquiera nos importará hasta el tramo final. Esto es justo lo que falla durante más de la mitad de la campaña principal: está dedicada a unos personajes que no consiguen destacar por sí mismos, y hasta que no hay un vuelco que da un poco más de emoción al argumento, la mayoría de los textos se pueden omitir sin perderse gran cosa. El buen hacer del último tercio amortigua un poco lo inane del resto, pero no va a ser una entrega que destaque por la construcción de su universo.