Las secuelas, precuelas y demás variantes de las iteraciones de nuestras sagas favoritas forman parte de un tema recurrente de estas, vuestras introducciones favoritas: es todo un arte saber continuar una franquicia mientras se innova y no se pierde la esencia de la misma. Pese a que ya había ciertos elementos del género pululando por el inconsciente colectivo, no andaríamos lejos de la verdad si afirmáramos que id Software asentó las bases del FPS moderno gracias a títulos como Wolfenstein 3D o, sobre todo, Doom. El estudio liderado por Carmack y Romero consiguió hacer algo similar a llegar al Comité Olímpico y decir “chavales, acabamos de crear un deporte nuevo: El Fútbol™”. Sólo el paso del tiempo ha sabido medir tanto la influencia como la magnitud de aquellas obras y la miríada de imitadores y seguidores que salieron al amparo de ese nuevo género, pero claro, id Software ni podía ni quería dormirse en los laureles.