Si solo tuviera espacio para un juego de mesa en mi casa, elegiría sin duda el Carcassonne. A grandes rasgos, este clásico propone a un grupo de jugadores ir colocando por turnos losetas cuadradas con las que dibujar un mapa ambientado en la Francia medieval. Cada jugador tiene un número limitado de [meeples] que puede colocar en lugares clave como ciudades, caminos o iglesias para puntuar, obteniendo mayor recompensa cuanto mayor sea su tamaño. Hay más reglas, por supuesto, pero el núcleo del juego está en estos dos elementos: dibujar el mapa y colocar a los [meeples]. Sus reglas son simples y sobre todo muy visuales, ya que no hace falta que nadie nos diga que una loseta no encaja con otra; resulta inmediatamente evidente que no podemos colocar una plaza interior de una ciudad como cierre a un camino agreste.
No es casualidad que el juego de Klaus-Jürgen Wrede siga ocupando un lugar privilegiado en las tiendas especializadas después de dos décadas y que siga recibiendo nuevas ediciones, porque es perfecto para prácticamente cualquier velada. Las reglas son rápidas de interiorizar, así que la entrada es muy sencilla, pero también cuenta con estrategias avanzadas de las que un habitual del género puede aprovecharse. Por ejemplo, un jugador hábil sabrá colocar losetas que eviten que un rival pueda cerrar un camino o hará crecer una de sus ciudades hasta conectar con la de otro jugador y compartir puntos. Carcassonne es la mejor definición de un juego familiar: pocos casos se me ocurren tan claros en los que pueden unirse a la partida personas con edades y trasfondos dispares sin encontrar grandes problemas para disfrutar de las partidas. Detrás de su aparente simpleza se encuentra un grandísimo ejercicio de diseño, un esfuerzo que he visto también en mis partidas al debut de Toukana Interactive.
Dorfromantik comparte la mecánica de dibujar mapas con Carcassonne; nuestro principal objetivo en el juego es colocar losetas hexagonales para ir construyendo un entorno idílico. Tenemos un número limitado de losetas, pero podemos obtener más cumpliendo una serie de objetivos: construye un bosque con cientos de árboles, conecta estas casas para crear una ciudad, aumenta la longitud de este río… Cada loseta suelen contener dos o tres de estos elementos, así que encajar una pieza con otra resulta sencillo, pero tejer mapas donde se cumplan todos los objetivos de la partida no lo es tanto.